Inolvidables libros

Libros que nos atraen, sin mas, como seres vivos y nos dan felicidad tras hojearlos y sentir su olor, su misterio. Románticos eran ya los comerciantes de libros que editaban los escritos, como los hermanos Vizlant que lanzaron la Biblia Valenciana.

Nos pesa el legado de siglos. Recordemos a Joan de Timoneda (1518-1583) que trabajaba como zurrador de pieles y recopiló romances, refranes, sonetos, leyendas de carácter popular y cartas amorosas, y aún tuvo que pedir permiso al Principe Don Felipe para publicar.

No desesperó y cuando fue editada su obra Flor de enamorats abrió una librería en la calle de Flassaders para continuar publicando El Patrañuelo y autos sacramentales, en los que participó como actor algunas veces, anticipándose a la moda actual de compañías jóvenes.

Los admirados libreros de lance marcaron preferencia por la calles de San Fernando, plaza Lope de Vega, Estamañería Vieja, calle de La Nave y alrededores de la

Universidad; zona de Ruzafa y del Ensanche. Librerías que nos remiten a la costumbre de subastar los libros del hidalgo o el intelectual que moría y cuyos herederos preferíanrenunciar al reparto de volúmenes y aceptar almonedas.

Las subastas de libros se celebraban en las puerta de los Apóstoles de la Catedral.

Contaban con un público especial, romántico. Hoy a las públicas subastas sucedió el Internet, pero nada como acudir a la cita con los libros. Libros vividos, en la Feria del Libro Antiguo, hoy en la Gran Vía Marqués del Turia.