La nana, eterna canción

En aquel tiempo, eran frecuentes los conjuntos latinoamericanos que tenían gran aceptación en nuestra ciudad. Claudine y Gambino son asiduos en Gent, la sala de audiciones de la calle Pintor Benedito, que se consolidó con una programación continua y atrayente.

Los artistas se acompañan con instrumentos exóticos de percusión. Claudine abrazó de nuevo la guitarra. En su rostro ovalado hay una veladura de tristeza que entona con su voz grave, que igual es tierna que desgarrada. Desde el principio nos cautivó con la nana que escribió Daniel Viglietti; llevaba un vestido largo, bella túnica que acentuaba su ligero abdomen:

Niño, mi niño, / vendrás en primavera, / te traeré.

Gurisito mío, / lugar de madreselvas / te daré.

Y aunque nazcas pobre, / te traigo también: / se precisan niños / para amanecer.

Rueda, que te rueda, / hacia la vida nueva / llegarán.

Cada niño un poco, / todos tomarán / de la misma leche / y del mismo pan.

Claudine fue ovacionada con entusiasmo, pero se detuvo al observar que una joven espectadora estaba embarazada y, sin más, preguntó: «¿Tú, también?, y ante la afirmación, insistió ¿Conoces alguna nana?»

La futura madre, tímidamente pero firme, nos cantó a todos:

Duérmete, mi niño; duérmete, mi bien / que si tu te duermes / yo también me dormiré. Canciones inolvidables...