Preanuncio otoñal

Las imágenes de Cristo en la cruz vuelven a sus capillas, pero con las luces apagadas de las tulipas; y en los devocionarios con estampas quedó el recuerdo de los viejos oracioneros que se unían a los refraneros: 'Per sant Bartomeu, tronades hi ha d'haver'. Las de las últimas horas nos han sacado de dudas y nos libran algo del sofocante calor que sufríamos.

El pasado día 24 fue la festividad de san Bartolomé, de quien nos recuerda el misal que predicó en la India, Persia y Armenia, donde expulsaba demonios con sólo trazar una cruz en la frente de la persona poseída por el maligno. El rey Astiages, envidioso de su poder, mandó decapitarlo, pero para humillar más aún su belleza espiritual y corporal quiso que lo desollaran vivo. Acto macabro cuya visión suavizaron los pintores en el mundo del arte, colgando la piel de sus brazos.

Los discípulos de san Bartolomé rescataron su cabeza y, después de ser expuesta en diversos lugares, se venera hoy con gran devoción en Frankfurt. Su culto llegó al sur de Francia y pasó a Cataluña y Valencia, donde es frecuente unirlo 'als Sants de la Pedra', puesto que también lucha contra las tormentas con pedrisco. La fe se mantiene en la profecía referida a sant Bartomeu: 'Allà on seràs, / seràs anomenat, / trons i llamps no hi tocaran, / l'home no perdrà la sang, / ni la dona sos infants, / ni el sembrador la llavor. / Així siga, sant Bartomeu gloriós'. Confiemos en que se afiance pronto el anuncio del otoño.