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Porque la competencia vecinal les impulsó a ser un conjunto clave de fallas especiales, visitar el barrio de Ruzafa fue imprescindible en los días pasados. ... Ahora bien, es obligación para propios y extraños descubrir alguno de los monumentos y hechos históricos que sobresalen en esta Valencia que fue huertana y dueña de los más hermosos jardines árabes.
Es fácil entrar por la calle de Músico Padilla y, si bien éste nos remite al pasodoble Valencia, Lanas. Derecho y Revés, nos enfrenta a la fachada lateral del convento de Nuestra Señora de los Ángeles, monasterio que fundó allá en 1661 el arzobispo Martín López de Ontiveros con el fin de acoger a las mujeres pobres y tenerlas mantenidas, según las Reglas de la Orden Descalzas de San Francisco. Clausura y sacrificios que empezaron a asustar a las monjitas, por lo que tuvieron que ser sustituidas por religiosas acostumbradas a las penitencias, de las que venían del Santo Espasmo de Jerusalén. Tras remodelar su interior, desde 2007 residen monjes franciscanos y una de sus tareas es organizar viajes a Tierra Santa.
i Este artículo es resumen, realizado por la autora, del capítulo correspondiente de su libro
El Carmen, Ruzafa, queridos Barrios , publicado por el Ayuntamiento de Valencia en 2011.
El monasterio admitió en la fachada un panel de cerámica de la Agrupació de Falles de Russafa, en el que se puede leer: «En este lloc de Russafa va estar situat el Real de Jaime I, a on se signá per el Rei Zayyan la rendició de Valencia, el 28 de Setembre de 1238. El rei Jaume I entrá triunfalment en la Ciutat el 9 d'Octubre, dia de Sant Donís». El pasado 9 de octubre se colocó un nuevo panel con motivo del 50 aniversario de la mencionada agrupación.
No olvidemos que en la calle de Ruzafa, a la altura de la actual de Cirilo Amorós, se plantó falla en 1881, siempre con buena dosis de sátira y picardía sexual. Calles y plazas bulliciosas alrededor del campanario de San Valero, que podemos afirmar es uno de los más típicos de la urbe; campanario que centra procesiones del barrio, como las que se organizan con motivo de san Blas y santa Rita.
La parroquia de San Valero queda unida al Mercado de Ruzafa, también de profundas raíces, cuyos puestos eran levantados por los propios labradores, que traían en sus carros las cosechas que cultivaban en sus tierras.
Actualmente, las fincas de la zona son modernas y en los bajos no trabajan artesanos; ya nadie borda, ni zurce medias o arregla muñecas y paraguas como antaño. No se siente nostalgia por los tranvías que ganaron popularidad y mostraban llamativas advertencias: «Prohibido hablar con el conductor», «No blasfemar» y «Cuidado con los rateros». Lo que persiste y goza de gran popularidad, al final de la calle de Ruzafa, es el anuncio de 'Naguabo, El Niño Llorón', tienda que abrió sus puertas en 1930, mostrando la estética de aquella época publicitaria para pregonar productos de alimentación, frutas escarchadas y las mejores naranjas de latierra.
Ruzafa, nuestro querido barrio, contó con ayuntamiento propio y también con matadero. Todo un pasado cuando hoy se han multiplicado los restaurantes de comidas exóticas, desde la turca a la senegalesa; desde la italiana a la india, aunque sigue imperando en los típicos bares el arroz al horno y el embutido con habas...
Ruzafa nos espera.
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