El tranvía número 7

En este singular núcleo callejero igual se descubre una pequeña tienda dedicada a la orfebrería simbólica, como el Ouroboros del Codex Marcianus, el Pájaro sin Alas, el Sol y la Luna, la Sabiduría como un Árbol de la Vida, Pirámides o el Logos creador del Zodiaco.

Dominan los locales minimalistas con decoración especial que anuncian la lectura del Tarot y los microcursos de Saurología. En Mandala se ofrece un mundo de posibilidades a quienes creen en el aura humana o cómo recibir y enviar mensajes mentales, de avanzada ciencia ficción.

Sin olvidar la oferta de gemas y piedras semipreciosas a las que se suponen atributos especiales, como la serie de velas de múltiples colores y formas o los inciensos para provocar un estado de ánimo deseado.

Recuerdos perdurables. A los mayores no se les borró de la memoria aquellos tranvías 6 y 7 que cruzaban el barrio para unirlo con el centro de la ciudad, siendo el tranvía del número 7 el que ganó popularidad por la cantidad de prohibiciones que anunciaba y consejos como: «Prohibido hablar con el conductor», «Prohibido escupir», «Prohibido fumar», «Cuidado con los rateros», Advertencia muy práctica, porque abundaban los ladronzuelos que requisaban la cartera del bolsillo de los hombres y del escote de las mujeres; una frase que dio pie a las hembras castizas de los sainetes: «Yo pensaba que iba con buenas intenciones». Páginas de un pasado que son pura antropología urbana.