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Hacia 1955 fue cuando se impuso el éxodo en nuestros pueblos del interior, los de las sierras, escondidos valles y cauces de ríos que se bifurcan entre antiguos campos.

Los jóvenes y las personas con empuje, bien porque les ahogaba la necesidad, bien porque ... deseaban distinto futuro para los hijos, comenzaron a marcharse. Unos llamaban a otros. Fue una cadena de modestos puestos de trabajo, de habitaciones realquiladas, de casas adquiridas en zonas de suburbios, pagando una entrada que suponía un crédito o la venta de tierras. Una cadena de despedidas cuyo primer eslabón debió ser una carta escrita, en papel de renglones impresos, con letra irregular, con faltas de ortografía, pero en la que palpitaba la solidaridad, el ofrecimiento hecho al hermano, al amigo, al vecino:.., «en la fábrica...», «si quieres la portería que vamos a dejar...», «tu chico ganaría más...»

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lasprovincias Se vaciaron los pueblos