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Urgente Aemet confirma el regreso de las lluvias a la Comunitat y activa dos avisos amarillos

No me di cuenta de que era la puerta de un hotel hasta que miré, con curiosidad, hacia el lugar en el que entraban todos ... esos bomberos. Eran las ocho de la tarde y de un autobús bajaban decenas de ellos con cara de cansados, una pequeña mochila al hombro y una bolsa de plástico en la mano. Supuse que era la cena. Poco me pareció, si es que eran los típicos bocadillos para llevar, después de todo lo que están haciendo a diario por los valencianos. Me dieron ganas de aplaudirles aun a riesgo de que la policía local viniera a preguntarme si me había tomado la medicación. Es lo que tiene la normalidad de Valencia, que parece feo aplaudir a quienes están ayudando a los de la otra orilla del río. Una tontuna que resulta lógica, sin embargo, entre el barro y el agotamiento de los vecinos.

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