Llega en mal momento el aniversario de la pandemia de Covid. Sin duda, la fecha es la que es -se cumplen cinco años del confinamiento-, ... pero recordar ahora cómo el gobierno ignoró las alertas y cuánto se nos mintió desde la Moncloa parece una broma. Justo ahora, que al PSOE se le llene la boca de reproches -no niego que justificados- hacia el PP por la gestión de la dana, aún pone más en evidencia su cinismo. Y ya no sé qué es peor si tener avisos y no creérselos o tenerlos y negarlos. El resultado es el mismo, el dolor de muchos que no pueden evitar estar en manos de dirigentes inoperantes por su maldita visión de túnel en la que solo se ven a ellos mismos.
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Cuando miramos hacia atrás hay miles de detalles que debemos conservar en la memoria para no olvidar lo que sucedió. Uno de ellos fue la información y el retraso en las alertas. No puedo evitar recordar aquellas ruedas de prensa sectarias en las que se elegía a los periodistas que podían preguntar. O las alocuciones propagandísticas del presidente aprovechando que estábamos cautivos y desarmados frente a la televisión sin salir de casa. Esos mensajes de «no es más que un tipo de gripe» que se lanzaban desde la misma televisión pública y cómo se nos invitaba a no llevar mascarilla solo porque no se habían comprado las suficientes.
Lo dice el informe sobre la gestión de la pandemia que critica la falta de acopio de material, «la debilidad de los sistemas de información y alerta temprana», un marco legal para afrontar una posible crisis sanitaria o los problemas del propio sistema sanitario anteriores a la pandemia, además de los errores de comunicación posteriores. En una palabra, la falta de previsión durante años e incluso en los meses anteriores cuando debían haberse tomado medidas para reforzar a los profesionales con la información, el material y los protocolos necesarios de modo que, de llegar una avalancha que desbordara el sistema, tuvieran capacidad de respuesta.
Las crisis retratan, como pocas cosas, el estado real de los recursos de un país para hacerles frente. Pasó en el Covid y pasó en la dana, sin querer comparar ambos fenómenos, que fueron distintos. Pero lo que tienen en común es la falta de preparación ante la posibilidad de que un fenómeno extremo desborde los mecanismos cotidianos de respuesta. Lo peor es que, tras el Covid, la sanidad no está mucho mejor. Al contrario. Sigue arrastrando su impacto. Aunque los expertos prediquen en el desierto que deberíamos prepararnos para otra pandemia de virus respiratorios. España sigue en El ventorro.
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