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Cada vez que en las noticias dicen «les advertimos que las imágenes que verán a continuación son extremadamente duras», cambio de canal. Por lo general, ... no encuentro interés alguno en ver un hecho del que ya sé por el relato leído en el periódico o escuchado de viva voz en el propio noticiario. Entiendo que, en la televisión, no hay relato sin imágenes, pero nada me aporta ver a unos críos pegando a un discapacitado que no puede defenderse; el helicóptero de unos turistas españoles cayendo al Hudson o a la cuidadora de una guardería de Torrejón sacudiendo a una cría para que coma. Ahora bien, si su publicación sirve de denuncia y consigue que se tomen medidas,entonces resulta especialmente necesaria. Así lo hemos visto con los maltratadores del niño con parálisis cerebral cuya madre, después de agotar las vías legales, se sintió obligada a hacerlo público. Fue así como consiguió, por fin, que separaran a los agresores de su hijocuando, hasta ese momento y, a pesar de las quejas de la madre, seguían compartiendo aula con él.
El problema es que, al día siguiente, los protagonistas focalicen sus iras en los periodistas por airear sus vergüenzas como ocurrió con la cuidadora de la guardería, despedida tras salir a la luz el vídeo de sus gritos y golpes a la niña. Le decía a una periodista por la calle: «¡Ya lo habéis conseguido!, ¡me han despedido por vuestra culpa!», aunque en realidad el vídeo fue grabado por una trabajadora en prácticas. Entiendo la conmoción ante el modo como trataba a la niña, insoportable de ver e imposible de aceptar, pero lo que manifestaba la mujer al gritarles a los periodistas que tiene dos hijas y una hipoteca que pagar era un perfil de estrés descontrolado. Esa mujer necesita ayuda. Lo asombroso, en su caso, es que sus compañeras, viendo ese proceder y que la mujer no es capaz de controlar su estado de nervios, no la apartaran de la pequeña.
Otro caso reciente de «matar al mensajero» fue el de una periodista que reveló haber sido amenazada por la pareja de una científica destituida de un importante centro de investigación. Si la tomó con la informadora fue porque la culpaba de haber hecho campaña hasta que fue destituida su compañera. En cualquiera de los dos casos, lo grave no es la publicación, sino los hechos denunciados. Lo que indica la culpabilización a los medios es que, para las implicadas, el problema es que se conozca un determinado comportamiento y no tanto éste. Y eso es lo preocupante, la falta de conciencia de haber actuado mal, si es que se demuestra que así fue.
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Juan Antonio Marrahí
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