Hasta el 27
A Félix Bolaños solo le faltó decir «y más allá» cuando le preguntaron por la situación del gobierno. Como Buzz Lighyear, de Toy Story, que ... grita «hasta el infinito y más allá», a Pedro Sánchez y sus acólitos solo les queda por decir: «Hasta el 27 y más allá». Al menos, a tenor de la convicción que mostró ayer el ministro de Justicia cuando los periodistas quisieron saber, en los pasillos del Congreso, si veía fuerte al presidente del Gobierno. El superministro no dudó ni un segundo al decir: «Mucho, para seguir hasta el 27», bien es cierto que no aclaró si 27 es el año, como suponemos; el próximo viernes, 27 de junio, o el nivel de tensión arterial, que anda disparada con la que está cayendo.
El caso es que, a pesar de quienes empiezan a murmurar «ahora, sí», por la Villa y Corte, aunque con la boquita pequeña y el alma encogida, si Sánchez ha demostrado algo en estos años es que es incombustible. Ahora se entiende lo del 'Manual de resistencia'. Nunca pensé que un libro de memorias políticas anticipadas fuera tan revelador y premonitorio. Por eso me inquieta que algunos lo den por amortizado.
Si Yolanda Díaz fuera de otro tipo, su actitud huidiza sería señal de que algunos ya saltan del barco, con todo lo que eso significa, pero tratándose de Díaz, que siempre ha sido muy gato de Schrödinger, o sea, con Sánchez y contra él al mismo tiempo, su ausencia no genera demasiada esperanza. Sí, en cambio, las palabras de Rufián en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. No las que le catapultó a la cara a Sánchez, que no movía ni una ceja a pesar de que lo de Rufián era mucho peor que el grito de «dimisión» de la bancada popular. Me refiero a las que dijo en los pasillos del Congreso con un «carpe diem» de parásito parlamentario que está viendo el final de su aventura: «aprovechemos el tiempo que nos quede». Eso sí es un indicio de que las cosas pintan mal.
Ahora bien, con Sánchez nada es seguro. Es más, conociéndolo, miedo me da que consigan sacarlo de la Moncloa. Viendo como volvió al partido tras su defenestración, para laminar a los autores de su caída, que se vaya ahora, sabiendo que puede volver, debería inquietarnos. Trump también lo está demostrando. Son líderes a los que solo cabe dejar en su puesto o quitarlos por siempre jamás. La sola idea de que un Sánchez finiquitado ahora pudiera regresar dentro de cuatro años con ansias de venganza es como para producir pesadillas a cualquiera. La única a la que no le quitará el sueño es a Ayuso que hasta se ríe del monstruo. Es la San Giorgina contra el dragón.
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