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En España siempre lo hemos llamado «cuesta de enero». Es el periodo posterior a la Navidad, que empaña las alegrías inconscientes con las que hemos ... celebrado esas fiestas por encima de nuestras posibilidades. A menudo enlaza con el mes de febrero, el más frío y aunque corto, incapaz todavía de anunciar la primavera como hará marzo. Enero aún tiene la alegría de su comienzo, pero febrero es duro, por mucho que nos anime San Valentín.
Los norteamericanos llaman 'Blue Monday' a ese decaimiento posnavideño, y se refieren con ello al tercer lunes de enero, lejos ya de la Navidad y con demasiado año por delante hasta la siguiente. Es, al parecer, el lunes más triste del año aunque sobre eso pueda haber tantas versiones como personas. En cualquier caso, es un día descorazonador y poco motivador, cuando ya de por sí los lunes llevan esa pesada carga en su ubicación semanal.
Este año, además, el 'Blue Monday' coincide con la toma de posesión de Donald Trump lo que, sin duda, hará que muchos lo vivan con mayor sensación de inquietud y pesadumbre. ¿Qué puede haber más desesperanzador que iniciar el gobierno de un líder incontrolable, desafiante hasta límites de honda preocupación en el contexto internacional y que solo promete beneficiar a los amigos y afines? Bien lo sabemos en España. No hay más que decir.
Será un inicio de mandato marcado por el frío hasta el punto de que el acto se realizará a cubierto y no con esas grandes explanadas llenas de gente vitoreando al nuevo presidente frente al Capitolio. La escena no puede ser más simbólica. Winter is coming. El mundo sabe que la temporada de frío helador va a dar comienzo. Y quizás un ejército de caminantes blancos esté preparado para arrasar la vida que conocíamos sin que asome por lontananza ni John Snow ni un mísero dragón que ponga a cada uno en sitio. Es cierto que, de momento, se ha logrado un alto el fuego en Gaza, pero sin conseguir desarmar a los terroristas que llevaron sangre y fuego a la zona. Zelenski ya se muestra dispuesto a hablar, pero a costa de ceder territorio a Rusia, que volverá a por el resto, si es que se retira ahora. El diálogo y la negociación siempre son mejores que las armas, pero cuando 'negociar' es ceder al chantaje del abusón, el pacto no es un beneficio para el débil. Aquí también lo sabemos. Cada vez que Mª Jesús Montero, vicepresidenta y ahora lideresa andaluza, presume de negociar con sus socios como muestra de democracia, visualizamos a Puigdemont amenazando desde Waterloo y entendemos lo que significa para este gobierno 'dialogar'.
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