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Aitana vuelve con Miguel Bernardeau y Junqueras, con Puigdemont. Love is in the air. Ayer, el líder de ERC viajó hasta Waterloo para retomar una ... relación algo deteriorada. Cosas de la distancia, que dicen que es el olvido, pero en este caso ha sido justo lo contrario. Para Oriol, nada más presente durante estos años que el ausente. Tanto que, para disponerse a reconquistar la vía nacional, ha viajado a visitar al lama en el exilio tibetano y él, cual Yoda, le habrá alentado con una lección insuperable de Star Wars: «El miedo a la pérdida un camino hacia el lado oscuro es». Y en eso andan. Juntos. Junts per Catalunya. Literalmente. O por la confusión que cada uno tiene entre sus intereses y los de su tierra. El Estado soy yo y bla, bla, bla.
El caso es que los dos supervivientes de un independentismo venido a menos intentan, a toda costa, que su fuerza negociadora se mantenga intacta y, aunque Sánchez es el mejor aliado para ello, no catan avance alguno, sobre todo, en la resolución de la situación de Puigdemont. A estas alturas, ya debía estar libre de polvo y paja y, sin embargo, lo único que tiene al alcance es una moción de confianza de la que el presidente se chotea. Y eso es lo peor que puede pasarle a Puigdemont. Hasta la fecha había conseguido doblegar al PSOE azuzándole la amenaza de dejarlo caer: la amnistía, los presupuestos y cualquier proyecto que se terciara entre una y otros. Sin embargo, a Sánchez ya no parece que le asuste tanto eso como los problemas judiciales en que se halla embarcado todo su entorno.
El Supremo es más temible que el Gran Khan de Waterloo. Entre otras razones porque no hay forma de comprarlo, ni de pararlo aprobando leyes favorecedoras ni dotándole de más recursos. Es lo que tiene la Justicia y la separación de poderes. O la paras mangoneándola, o sigue su marcha hasta donde cree que es necesario ahondar, sin atender a canto alguno de sirena sanchista. La prueba es que los voceros de la Moncloa se dedican cada día a cuestionar a los jueces mientras aplazan la moción de confianza para seguir parloteando con Junts. Como si realmente les diera miedo que el señorito de Waterloo les dejara caer. Como si tuviera la opción de hacerlo. La alternativa a Sánchez es un PP nada fiable para los independentistas, sobre todo, si va de la mano de Vox. Visto así, no hay plan B al PSOE de Sánchez. Lo más que pueden pretender es ordeñar un poco más la ubre estatal. De momento, Junts y ERC comparten coche con matrícula 1-O-2017. Como si hiciera falta explicitarlo. La Cataluña normalizada de Illa.
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