Urgente Un afortunado gana 128.370,85 euros con la Bonoloto de este lunes en un municipio de 1.500 habitantes

Cuidado con lo que deseas. En estos días conviene recordárselo a quienes, en otros momentos, han coreado que el rey se presente a las elecciones ... si quiere ser presidente de la república. Cuidado con lo que deseas, digo, no sea que el ciudadano Borbón, como dice Rufián, se presente y gane. Lo pensaba el otro día cuando los reyes hicieron lo que no hicieron los políticos. Cuando vi a una mujer de Paiporta excusándose con la reina por el episodio de violencia y rechazo que vivieron: «no es por ustedes», decía, mientras otro, a su lado, susurraba un «mira, Felipe» al monarca. La Casa Real ya no necesita redes sociales para darles proximidad. De pronto, para los valencianos, Felipe y Letizia son los primos de Madrid.

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Lo más llamativo, sin embargo, no fue solo el gesto del rey aguantando el barro y los insultos, aunque institucionalmente sea lo más comentado. Yo me quedo con otro, en segundo plano por ser de la reina, pero enormemente significativo. Fue su «lo siento, lo siento, lo siento», que repetía al oído de Alicia, una joven a la que abrazaba mientras se echaba a llorar. La reina sintetizó, como pocos, lo que necesitan los valencianos en este momento, además de ayuda: que los responsables les pidan perdón.

La reina captó al momento que la única palabra sanadora puede ser esa: «lo siento». Una disculpa sincera, no de trámite ni calculada para no bajar en las encuestas o para no perder el trono. Un «lo siento» desde el fondo del alma y por triplicado, como el que dio ella, una por cada escalón del Estado que no estuvo a la altura de los valencianos. Porque les han fallado. Ésa es la realidad. Y, personalmente, no tengo tanta urgencia en saber quién, sino en que lo admitan y pidan perdón a las víctimas, aunque para Baldoví las prisas por desalojar al PP le lleven a pedir comisiones de investigación, mientras lo que más urge investigar ahora es dónde están los desaparecidos.

Y, a pesar de las lágrimas de la reina, no era mera conmiseración de la elite hacia el desfavorecido, tan habitual en las monarquías antiguas que se limitaban a compadecer al doliente, sino que tenía una fuerte carga institucional, cuando no política, pues ponía en evidencia la pésima actuación oficial y la convicción que, de ello, tienen las autoridades. Al menos, los Reyes. No era solo un «me duelo contigo» sino un «lamento no haber actuado». Hasta la fecha, es la única que ha puesto voz a ese perdón imprescindible para con las víctimas. Hasta el momento, la única que ha pedido disculpas por una actuación tardía y fatal ha sido la reina.

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