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Sorprende. Sorprende que las autoridades no sean capaces de hacer funcionar bien los trenes en España. Sobre todo, cuando lo han hecho durante décadas y, ... por lo que dicen, las inversiones no se han reducido en los últimos años. Sorprende más todavía si pensamos que España, por sus dimensiones y su apuesta por el tren de alta velocidad, está llamada a ser un territorio sin aviones, al menos, para trayectos internos. Las distancias podrían cubrirse con una red ferroviaria potente con la que no tardáramos más de cinco o seis horas en llegar de punta a punta. La idea ya se ha propuesto en otros países de nuestro entorno, como Francia, y los grupos ecologistas lo apuntan para todo el territorio europeo. Hasta 500 ciudades del continente podrían conectarse por tren de alta velocidad, según los verdes alemanes, y aunque las mayores emisiones de CO2 vienen de los trayectos de larga distancia, sería un primer paso para reducirlas. Así lo intentó Francia con la idea de prohibir vuelos que pudieran hacerse en menos de dos horas y media de tren y lo incluyó el pacto de gobierno entre PSOE y Sumar, en este caso, en trayectos de menos de cuatro horas. Ahora bien, el acuerdo propone la eliminación de vuelos «para los que exista una alternativa ferroviaria, adecuada en términos de conectividad y seguridad». Algo que, claramente, no se cumple si los trenes siguen dando los problemas actuales en Madrid, capital y 'hub' de conexiones de transporte para toda la Península.
Lo más inquietante, de todos modos, es que los responsables se preocupen más del relato que de la realidad, empezando por el ministro Puente, capaz de sugerir extrañas circunstancias en el accidente del convoy atascado en el túnel entre Chamartín y Atocha. Antes de lanzarse a la piscina, debería haber priorizado la búsqueda de soluciones, evitando hablar sin que sus equipos le hubieran informado de lo sucedido. Los audios que revelan un error humano -difícil creer el sabotaje habida cuenta de que podría haber causado una catástrofe chocando contra un tren de pasajeros- han puesto en evidencia al ministro y al eco que repitió su extrañeza ante el suceso. Lo raro es que el ministro no presente una evaluación de los trenes en nuestro país acompañada de un mea culpa y el propósito de enmendar los errores. Eso es lo que necesitan los ciudadanos, no un alegato sobre lo maravillosos que son. Los trenes. Y, por ende, el gobierno. Un alegato que no funciona cuando, constantemente, el ciudadano percibe ineficacia. No hay relato más creíble que el vivido en primera persona.
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