El precio de la luz repunta este martes con la nueva tarifa: Las horas prohibitivas para encender los electrodomésticos

Cada vez que alguien del Valencia habla -que no sea Rubén Baraja- sube el pan. Como es lógico el único tema del que se escapa ... el entrenador che es de las cuentas anuales. Y ahí aparecen los Solís de turno a presumir no sé muy bien de qué. El club es una ruina deportiva desde que Lim llegó. Todos lo sabemos pero si alguien lo dice le despiden. Es más fácil tragar sables. El discurso del equilibrio y la sostenibilidad no es nuevo en el Valencia pero es vergonzante casi bajando a Segunda. Todos recordamos -porque el tiempo pone a cada uno en su sitio- cuando Manuel Llorente era presidente ejecutivo del club. Entonces la deuda era parecida a la actual, Llorente la había bajado 200 millones en sus cuatro años en el cargo tras el desastre de Soler, y todos los años vendía a un gran activo para equilibrar las cuentas. La famosa sostenibilidad. ¿Les suena? Pagaba al banco, reducía la deuda y lograba equilibrar las cuentas con ventas. Hasta aquí todo muy parecido económicamente al plan Meriton en la actualidad. Pero resulta que esto no es una empresa. Es un club de fútbol por encima de su apellido y Llorente siempre lo tuvo claro; vivía por y para quedar tercero-cuarto en liga, jugar la Liga de Campeones, vender después por 30-40 millones a uno de los buenos y gastarse la mitad en equilibrar la plantilla con buenos jugadores más baratos.

Publicidad

Este era el plan. Para ello buscaba directores deportivos competentes que eligieran jugadores para seguir en zona Champions cada temporada. Siempre pongo el ejemplo de Villa al Barça y Soldado al Valencia; vendió por 40 y fichó por 10. El Valencia ganó 30 y el equipo siguió en Champions la siguiente temporada con Soldado y Aduriz hinchándose a marcar. Dos jugadores comprados por menos de 15 millones de euros en total. Esa es la sostenibilidad en un club de fútbol que no genera por sí mismo beneficios; equilibrar gastos e ingresos en la caja pero a partir del césped. No es posible equilibrar las cuentas si no hay nivel deportivo en el equipo de fútbol. Llorente lo tenía claro pero era reventado en la ciudad por intereses nada miserables mientras el resto del fútbol español le veía como el ejemplo a seguir. Así somos. Salvo se encargó de dinamitarle y sacarle del club, entró con Aurelio y ambos se pertrecharon con mentiras y fanfarrias la llegada del amigo Peter. Y ahí se acabó el partido.

Desde entonces el Valencia ha jugado tres veces la Champions y siete no. Dos de las tres, por cierto, cuando Lim se apartó para dejar decidir a Mateo Alemany. Qué casualidad. El club ha ido desapareciendo del mapa futbolístico español y, por supuesto, de Europa. Hoy lucha por no bajar y ha estado a punto de hacerlo. Con el agravante de que Peter Lim había descubierto cómo se consigue el equilibrio económico y deportivo con Alemany.

El Valencia tiene un millonario que le sirve para agonizar, ahora el equilibrio es no bajar y vender

Y descubrió la temporada pasada lo que ocurre con su modelo de sostenibilidad; descender. Ese modelo que aplauden los empleados tragaldabas. ¿Su reacción este verano? Mantenerlo y agrandarlo concediendo aún menos presupuesto a la plantilla deportiva que el curso pasado.

Publicidad

El Valencia tiene un millonario que le sirve para agonizar. Mientras antes el equilibrio era jugar la Champions y vender, ahora es no bajar y vender. Hasta que se acaben los jugadores vendibles. ¿Y saben cómo termina eso, verdad? Pero... ¿para esto hacía falta un magnate? Para eso ya teníamos -con sus errores y aciertos- a Llorente; tres años de cuatro en Champions y el año malo en Europa League por un partido. ¿No les da rabia, pena y nostalgia?

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad