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La memoria es frágil y, ciertamente, interesada. No solo es un proceso para recordar, sino también para elegir lo que se quiere recordar y lo ... que no, aquello que la psicología de W. James resumía con: «La memoria es el arte de olvidar lo que conviene». Y parece que en ello andan muchos, al cumplirse el quinto aniversario de la pandemia del Covid-19, que se cobró la vida de 122.000 españoles, 10.528 de ellos valencianos y 2.176 en residencias de ancianos, aunque se apunte exclusivamente hacia Madrid. Y un lustro después, cuando los valencianos volvemos a sufrir terriblemente por los designios de la naturaleza y el destino, no es difícil establecer cierta analogía en el modo en que respondieron los gobiernos ante el desafío vital que tenían enfrente.
Hoy sabemos que con el Covid falló absolutamente todo: la respuesta tardía, la falta de planificación asistencial, la descoordinación entre organismos, la información, los cambios de criterio, la nula capacidad de reacción y, sobre todo, la falta de prevención ante lo que venía. Porque se sabía, pero se minimizó el riesgo del virus. Tanto que entre el primer muerto en Francia, el 15 de febrero, y el primero en España, en Valencia el 3 de marzo, ni el gobierno autonómico ni el central aprovecharon para proveer a sus hospitales, a su personal sanitario y a su población de equipos de protección ni material sanitario.
Sin EPIs, mascarillas, guantes, tests, ni protocolos actualizados, ni espacios para posibles morgues, ni asegurarse la distribución de alimentos y bienes de primera necesidad... y hasta se autorizaron las manifestaciones multitudinarias del 8 de marzo y el desarrollo de las Fallas hasta el día 10. La OMS declaró oficialmente la pandemia mundial el 11 de marzo y España esperó hasta el 14 para confinar a su población. Y todo ello sin contar con los cambios de opinión y las falsedades del ministro Illa y del ejecutivo, como reconoce un Fernando Simón arrepentido de tanta mentira.
Y después de aquel caos, todavía está por conocerse algún procedimiento legal por la mala gestión. Tan solo intervenciones de la Fiscalía y alguna comisión política. ¿Cuántas asociaciones de afectados contra Sánchez, Illa, Iglesias o el Consell se crearon? ¿Cuántas manifestaciones se organizaron en su contra? De ser cierto, como aseguran algunos (jueza incluida), que con la dana se tenía toda la información, ¿por qué no se imputa a todos y cada uno de los miembros del Cecopi por negligencia? ¿No es negligente acaso tener información y no haber tomado medidas preventivas en carreteras, municipios, centros comerciales, efectivos policiales? O eso, o que ninguno de los 25 mencionara el barranco del Poyo en toda la tarde y, por tanto, el riesgo se minimizó como en el Covid... y nos han mentido.
Hace cinco años, con un gobierno igual de 'informado', nadie dimitió ni nadie ha pagado judicialmente.La memoria, ya se sabe.
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