Buscar la luz entre las tinieblas y aprender de una tragedia. Es difícil orientar un artículo desde la consternación porque podría hasta verse frívolo el ... andar buscando explicaciones o lecciones positivas en medio de tanto sufrimiento. Pero las hay. Y no está de más reflexionar sobre ello, comenzando por la gran lección que nos han dejado tantos héroes anónimos que instintivamente expusieron su vida para salvar la de otros, sin pensar y sin dudar. Empezando por Julián, al que deberíamos bautizar como el conserje de España, y siguiendo por bomberos, policías, sanitarios y militares que sirven con coraje a una sociedad que hoy aplaude su entrega y nivel de compromiso.
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Un extraordinario ejemplo de valentía y humanidad frente a la desgracia que no se recordaba desde la pandemia y aquellos aplausos emocionados desde los balcones. Ganas de ayudar que se han visto en los valencianos que han llevado comida, ropa y enseres básicos sin que nadie lo pidiera, en las comisiones falleras, entre los taxistas que acudieron desinteresadamente para ayudar en el traslado de heridos, o en los empresarios que han donado toda clase de productos o entre los que han dado cama y refugio donde llorar tanta desgracia. Este es el primer aprendizaje del día; la grandeza de la que puede ser capaz el ser humano. Una dignidad a la que debemos subir a los representantes públicos. Asi que, habiendo dejado claro que la respuesta ha sido digna de aplauso, ahora toca ir más allá; evitar que algo así se repita. Es el momento para el aprendizaje y el cambio.
El incendio debería suponer un antes y un después en normativas de construcción y materiales, inspección de edificios y medidas de prevención de incendios. Porque de las palabras del presidente Mazón y la alcaldesa Catalá se desprende no solo su firme voluntad de dar respuesta material inmediata a los afectados, sino también, de ponerse a trabajar sin demora en mejorar todo lo que sea necesario para evitar cualquier tragedia futura de estas características. Un cambio que escuchando a los expertos habrá que acometer desde varios frentes y no solo en lo relativo a los materiales no ignífugos que se utilizan en la construcción como el revestimiento de poliuretano.
Tal vez le sorprenda al lector, pero cosas como las alarmas de incendios, tener bocas de riego en cada planta o los irrigadores de techo, no son obligatorias en las normativas actuales de edificios de viviendas y con un solo extintor por planta se pasa la inspección. Otra cosa son los edificios públicos o los garajes, donde la normativa es mucho más estricta. Y no parece muy sensato este desigual tratamiento cuando de una emergencia se trata. En eso debería trabajar el Consell. Y el ayuntamiento, en aumentar los efectivos de bomberos que realizan las tareas de inspección de edificios. Invertir en prevención es la clave. Y voluntad de hacerlo, la hay.
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