Aemet confirma el regreso de las lluvias a la Comunitat y activa dos avisos amarillos

Lleva poco más de siete meses al frente del Consell y debería concluirse una calificación global; que el president progresa adecuadamente. Y no solo porque ... no rehúye ningún asunto y gestiona las situaciones de crisis de manera sobresaliente, sino porque prepara cuidadosamente lo que debe decir, por muy espontáneo que parezca por su carácter afable y empático. Tras veinticinco años de currículum político, conoce de sobra las claves del oficio aunque muchos quisieran presentarlo como un neófito que colgaba una L en su espalda. Sus tablas, carácter combativo, su gran capacidad de trabajo y la didáctica de su profusa oratoria quedan patentes en cada sesión de control a la que se somete en Les Corts y en cada declaración y entrevista.

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Mazón está demostrando tener mucha cintura y capacidad pugilística para revolverse en cualquier combate o frente abierto. Incluso en momentos de especial trascendencia o crispación como el actual. Que le pregunten a Baldoví que sale escaldado cada vez que le busca, la última esta misma semana a cuenta de un trato de favor hospitalario que convirtió al de Compromís en ejemplo palmario de cómo llegar al ridículo parlamentario. Hasta sus rivales reconocen en privado el torrente de energía y empuje que ha supuesto su llegada a un Palau aquejado de la tibieza y el apocamiento de los últimos años.

Es meritorio que no evite ningún escenario ni asunto por muy desfavorable que le sea a priori. De hecho, es la primera vez que se recuerda que un president de la Generalitat Valenciana se planta en una entrevista. Ha sido en TV3 al exigirle a una presentadora que respete el Estatut d'Autonomía y se refiera a nuestra autonomía por su denominación oficial y no como «Paìs Valencià». Un tensionado encuentro por su «osadía» en celebrar un encuentro con el empresariado catalán -en Cataluña- al que Mazon supo darle la vuelta de principio a fin dejando respuestas que le dibujan como un hombre de palabra, capaz de cumplir en poco tiempo con gran parte de sus promesas electorales.

Prometió «absoluta dedicación» al cargo y en ello se emplea, exportando valencianismo y reivindicando toda clase de mejoras para su tierra, por obligación y devoción. Y aunque su primera etapa comunicativa ha valido para darse a conocer levantando un perfil de político próximo, trabajador, resolutivo, solidario y confiable, sería tiempo de abrirse a otra más atemperada e institucional de menor exposición en redes sociales y bajo una agenda mucho más selectiva, que le agradecerán de paso sus colaboradores más cercanos. Pasado el medio año sobran gestiones equivocadas como lo hecho en el asunto de Guillem Agulló y otras salidas de tono de Vox, o lo de andar prestando su imagen a la frivolidad que promueven celebrities e influencers por muchos premios que vayamos a albergar. Como él dice «lo mejor de la historia de la Comunitat Valenciana aún está por llegar». Ilusión hay y no solo por su parte.

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