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En un momento donde la política española parece sumida en un caos de ataques verbales y enfrentamientos incendiarios, algunos ministros andan elevando el nivel de ... la chabacanería y el desdén hacia la política tradicional a nuevas alturas. Entre estos, destaca María Jesús Montero, ministra de Hacienda y, sorprendentemente, vicepresidenta del Gobierno. Una mujer cuyo estilo de comunicación no solo es un reflejo de su desmesura personal, sino también un ejemplo palmario de la estrategia de crear cortinas de humo para apagar los verdaderos incendios. Lo que en comunicación se conoce como la estrategia del calamar, una táctica que Noam Chomsky señaló en 'Manufacturing Consent' para distraer y desviar la atención de los escándalos de corrupción que salpican al presidente Pedro Sánchez y a varios miembros de su entorno, incluyendo a su propia familia.
Alguien retratada como consejera en el mayor escándalo de corrupción de España, los ERE de Andalucía, achicharrada por informaciones periodísticas de clientelismo y abuso de poder solo puede justificar su continuidad en el ejecutivo, sencillamente, porque es un peón útil para Sánchez, de momento. Resulta chabacana, ordinaria, desquiciada, grosera y profundamente vulgar, incluso para sus propios compañeros de partido cansados del ejemplo de ordinariez que representa. Pirómanos de la palabra y del gesto amenazante como ella o Óscar Puente que se sirven de la agresividad, la descalificación y los ataques despectivos y burlones desde el Congreso y los medios, para una doble misión; Jalear a sus bases y neutralizar al rival provocando incendios interesados.
Ahí quedan para atestiguarlo falsos debates como la enseñanza concertada, la presunción de inocencia o el viejo complejo de la amenaza que supone la universidad privada para los hijos de la «clase trabajadora» como si trabajadores no fuéramos todos o su vida personal no fuera ejemplo de todo lo contrario. Al observar el comportamiento de ambos, no es difícil ver paralelismos con lo que ya se está bautizando, mal que le pese a la ministra, como un hacer un 'mopongo'. Un nuevo término que remite a la farsa, el ruido que cubre la realidad y a la estridencia política de escasa intelectualidad.
Se eleva la confrontación al rango de estrategia, utilizando el ataque verbal como un escudo protector ante las críticas sobre la gestión del Gobierno. Es el preocupante deterioro del escenario político sustentado en la sensación de conflicto y confrontación permanente . Poco parece importar el deterioro de las instituciones, la banalización del discurso y la erosión que causa en la confianza de los ciudadanos en sus representantes . Los ministros convertidos en actores necesarios en una pantomima política con el único objetivo de permanecer en Moncloa hasta el 2027.La política del «todo vale» en la palabra y en la acción de gobierno. Tácticas belicistas en tiempos convulsos para el sanchismo.
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