Morant y la política de la cabotá

La crítica, el disenso y el intercambio de ideas tan necesario y deseable en democracia hace tiempo que parte del socialismo lo echa a faltar en sus estructuras internas. El último ejemplo lo hemos tenido esta misma semana con el movimiento de Carlos Fernández Bielsa frente a Diana Morant. Desde que ésta se alzara como líder del PSPV-PSOE gracias a que Bielsa y Soler fueron 'invitados' por Ferraz a retirarse como candidatos, la herida abierta en la federación valenciana no deja de sangrar. Solo cuatro meses después de su nombramiento y de que Alejandro Soler afirmara que el partido salía del proceso más unido «y con una sola voz» los hechos dejan al alicantino por falaz y a ella como incapaz de controlar a su propio partido.

La política de la cabotá tiene estos riesgos; que uno termina por perder la autoridad y el respeto. Morant ganó porque la estructura del partido se aseguró de ello. No hay más. Ganó quien ahora no gana ni en su ciudad natal. Deberá trabajarse mucho más el ser alternativa real en la Comunitat y más si sigue anteponiendo la hoja de ruta de Moncloa y Ferraz cuando ésta vaya en contra de los intereses valencianos ¿Con qué credenciales se presenta ante los votantes alguien que es incapaz de plantarse por el desprecio financiero que sufrimos? Quien aspira a presidir la Generalitat ¿puede justificar que se desatiendan las justas reivindicaciones de su tierra mientras otro territorio, Cataluña, va a tener un trato de favor preferencial? No ya solo ella, ni Pilar Bernabé ni José Muñoz pueden justificar lo injustificable. El aviso a navegantes ya lo tuvieron con el castigo que le dió el electorado al gobierno sumiso de Puig.

Compromís, Sumar y los aragoneses empiezan a recular ante los peajes desesperados de Sánchez en su debilidad parlamentaria. Los presidentes autonómicos como Carlos Mazón y destacados barones socialistas, se niegan a que la factura independentista se haga a expensas del bienestar del resto de regiones o a que también desaparezca el principio de igualdad con el dinero de todos. Ya no somos iguales ante la ley ni tampoco con la cartera. Los privilegios y las prebendas se llaman ahora «singularidades». Ya les dije al principio; por donde pasa Sánchez... ¿Cómo era lo de Atila y la hierba?