Secciones
Servicios
Destacamos
El asunto no es nuevo. LAS PROVINCIAS lleva mucho tiempo denunciándolo pero justo ahora, cuando los valencianos acaparamos el centro de la atención política de ... toda España -por ver qué vamos a votar el 28M- los asuntos familiares del president ofrecen otra vez su cara opaca a cuenta del culebrón, por no llamarle otra cosa, de los negocios de su hermano a costa del dinero de todos los ciudadanos. Ya pueden Puig y su equipo hablar de campaña orquestada desde la derecha y sus medios de referencia, que los hechos son lo que son. Maquillarlos si pueden, cambiarlos, no. Ese es y será, su talón de Aquiles... el nepotismo.
Porque el hombre, por bien que caiga, ha permitido o favorecido (vaya usted a saber) que su hermano o la empresa que da de comer a su hermano disfruten de un evidente trato de favor al ser regada reiteradamente con dinero público hasta en 427 ocasiones (ni una ni dos) y por hacer lo mismo que podrían haber hecho otras cientos de empresas valencianas si se les hubiera permitido y si hubieran concurrido los principios de transparencia e igualdad de oportunidades que tanto 'defienden' pero que no practicaron, vaya por Dios, mientras Puig fue alcalde Morella. Nadie bajo su mandato pudo optar jamás a esos 119.000 euros municipales en comunicación. No medió concurso ni licitación pública alguna. ¿Es ilegal? No. ¿Es inmoral? Sí. Incluso más: fueron adjudicados a dedo, sin más control ni llamada al orden que la que debería hacer una interventora municipal, que, oh casualidad, es prima del benefactor y del beneficiado. Todo queda en familia.
Así que aquello tan mediático de la «herencia reputacional» de Puig, igual debería dejarlo en barbecho. Porque que los tribunales condenen o no estas prácticas es fiarlo demasiado largo. Lo realmente importante es si debemos confiar, o no, cuatro años más, en alguien acostumbrado a moverse en los límites de la legalidad. Se trata de valorar cuánto de ético y tolerable hay en unas prácticas que, al fin y al cabo, entienden la administración como un 'corralito'.
Y da igual que hablemos de Ayuso y su hermano, del cuñado de Ribó (un maestro fraccionando contratos), del marido de Cospedal, del de Calviño o de la mujer de Pedro Sánchez. El nepotismo es también una forma de corrupción, lo sentencien o no los tribunales. Esta debería ser la mínima exigencia ciudadana: la del juego limpio ¿Es estético y ético no someterse a los principios de ejemplaridad que se piden para otros? ¿Puede cualquier administración contratar, directamente, a familiares de cualquier miembro de un Gobierno? Naturalmente que no. Y sino, que uno se haga panadero o boticario. En el sector público (con el dinero de todos) si la Ley no disipa cualquier duda de sospecha, igual es porque hay que reformarla inmediatamente. Otra cosa es que haya el más mínimo interés en hacerlo. Y no lo hay... para qué nos vamos a engañar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Cork busca turistas en el norte de España
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.