Aemet confirma el regreso de las lluvias a la Comunitat y activa dos avisos amarillos

Es fácil caer en la comparación. Con el brasileño Paulo Coelho y su novela 'Once minutos' se reflexiona sobre la importancia que puede tener un ... breve espacio de tiempo. La invitación que hace el autor es bastante más profunda de lo que puede parecer a simple vista; los once minutos que la joven María dedicaba al entretenimiento sexual de sus clientes o cómo usaba su cuerpo de salvoconducto para los objetivos que se había trazado. La excusa son esos once minutos porque el motivo que en verdad subyace es otro mucho más ambicioso. Lo mismo que los siete minutos de la mascletà de este domingo en Madrid que han precisado de autorización judicial y que más allá de salvaguardar los intereses de aves y perros del Manzanares buscaban otro fin más ambicioso; desgastar a los ayuntamientos populares de Madrid y Valencia. Y ya me disculparán por el tinte gore del giro, pero es lo que coloquialmente denominamos como matar dos pájaros de un tiro.

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En contra de lo denunciado por la izquierda del ayuntamiento madrileño sobre el daño que nuestra pirotecnia iba a infligir en sus aves, ni la titular del juzgado número ocho de Madrid ni la delegación de Gobierno han visto razones objetivas para paralizar el espectáculo del Puente del Rey prometido por el alcalde Almeida a sus conciudadanos. Y aunque no acertó la alcaldesa Catalá al referirse al asunto como catetada, sí que hizo y muy bien, condenando esta agresión hacia la cultura valenciana y el marcado provincianismo y necedad que subyace en una polémica interesada promovida desde la izquierda más dogmática, incluida la mediática. Precisamente la misma, tan animalista y ecologista ella, que nunca antes denunció los castillos celebrados por Manuela Carmena en el mismo lugar ni se preocupó por el bienestar de las aves y resto de seres vivos de la capital, asfixiados por boinas de contaminación recurrentes. Es tal la voluntad de manipular a la opinión pública que se ha llegado a decir que la mascletà provocara «una masacre entre la fauna» o que se quiere «una pirotecnia sin ruido». Una ignorancia que sonroja por su nivel de analfabetismo. Pero peor todavía es lo que se da a entender; que los valencianos somos una suerte de bárbaros

Y la izquierda valenciana, la misma que aplaude los castillos junto al Oceanográfico y que se mimetiza con la fiesta disfrutando de cada festival pirotécnico y de cada tró de bac, o anda callada o colaborando con la ignominia. Y especialmente elocuente resulta el papel de toda un ex fallera mayor infantil de Valencia, reconvertida en portavoz socialista de fiestas, criticando esta iniciativa por innecesaria para atraer turistas o preguntándose si lo próximo va a ser una paella en la Plaza Mayor o una falla municipal en la Puerta del sol. Una lástima que no le haga justicia a un apellido tan respetado en el mundo fallero como el suyo y que no haya aprendido nada de marketing y publicidad en su carrera. Pero que queden bien tranquilos los animalistas de subvención y consiga que el mestre pirotècnic ya ha explicado que al tratarse de un espacio tan abierto, no tendrá ni por asomo el mismo nivel de sonoridad que la Plaza del Ayuntamiento y que por ese motivo se ha preparado un disparo con más efectos aéreos y menos terrestres. Aunque igual los ignorantes somos los que no vemos que los patos, estorninos y perros de allí son más sensibles que los nuestros. Manda carallo, que dirán mañana los gallegos.

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