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El paso de los años arrastra consigo, guste o no guste, tradiciones y recuerdos que solamente perduran gracias al tesón de quienes luchan a diario ... por mantenerlos vivos. Y hablar de tradición supone, inevitablemente, remontarnos a una época en la que la ciudad lucía en todo su esplendor gracias a su actividad comercial. Valencia no es ajena a los movimientos de las ciudades con un comercio activo y, así, ha ido cediendo a las tentadoras ofertas de las firmas comerciales y de las franquicias, que han tomado posiciones en los mejores locales de la ciudad, sobre todo del casco antiguo. Pero los que ya peinamos canas nos acordamos con cierta nostalgia de algunos de aquellos establecimientos que formaron parte de nuestras vidas. Las firmas tradicionales, que resistieron durante generaciones los envites de la competencia, continúan haciéndolo, aunque ahora lo tienen más crudo por la subida de las rentas antiguas y otras situaciones que, en ocasiones, provocan que se baje la persiana. El caso más reciente es el cierre de Guantes Piqueres, en la plaza de la Reina, que, tras de cerca de 140 años de actividad, debe cerrar, en este caso por jubilación sin visos de relevo generacional. Una pena.

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