Sant Blai Gloriós

La jornada festiva en la parroquia de San Valero estará llena de popular bullicio, aunque la programación de sus actos es casi la misma desde hace unos años: misa mayor, veneración de una reliquia que se conserva en un relicario de plata y procesión vespertina con la imagen del santo, con asistencia de centenares de niños, por las calles de la feligresía.

Recuerdo que antaño la procesión recorría más calles del barrio que actualmente, y daba la vuelta al antiguo mercado construido con madera. El desfile procesional por la zona llamada «el rancho grande», por aquello que allí se vendía alimentos de estraperlo, era motivo de parada para entonar los gozos del santo. Algunos aprovechábamos la pausa para entrar en la Bodega Biosca y tomar un refresco a base de agua de seltz y jarabe de fresa o limón. Toda una delicia que algunos recordamos con satisfacción.

Asistir al festejo es recordar parte de nuestra infancia y los juegos alrededor del antiguo mercado, las meriendas en la fuente que recaía frente a la farmacia Sorní y mi vinculación con la parroquia en calidad de monaguillo, quizás porque tenía como premio un bollo de chocolate. Historias de una barriada imposible de olvidar y que algún día pondré negro sobre blanco.

Muchas cosas han cambiado en el festejo, pero, sin embargo, Ruzafa continúa siendo uno de los más bellos rincones de la ciudad, por lo menos eso nos parece a todos aquellos que hemos nacido en ella.