La vida sigue

Por otro lado, cabe destacar que la fiesta, como la vida misma, sigue su camino después de haber contemplado atónitos la inesperada y atroz tragedia que ha tenido lugar en nuestra ciudad. También hemos sido testigos de las numerosas muestras de empatía y solidaridad que el pueblo valenciano en general, y el fallero en particular, ha mostrado en esta circunstancia, elevando al máximo la cota de su grandeza humanitaria, que ha quedado grabada en el corazón del pueblo.

El festejo impregnará cada rincón de Valencia, dispuesto a asombrar con la mayor y única exposición urbana de arte efímero que tiene lugar en el mundo. Aunque el ambiente festivo ya se va dejando sentir en las calles, todavía faltan algunas jornadas para que la «nit de la plantà» abra un tiempo lúdico que, a fin de cuentas, es un tiempo de convivencia. Vienen, pues, días de alegría. Habrá quien tenga en los labios algún reproche, puesto que la fiesta provoca alguna incomodidad que romperá su ritmo habitual, pero ni son tantos los días ni son tantas las molestias.

La gran fiesta del fuego y la pólvora está servida y los valencianos se sienten orgullosos de ello por ser parte de sus raíces, de su cultura y de sus señas de identidad, cimentadas, entre otras, con esta fiesta única en el mundo y que con todos los pronunciamientos necesarios es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.