La Ciudad del Artista Fallero ya no es lo que era, frase que se viene repitiendo desde hace años y que cuando llegan las fechas ... de las fiestas falleras parece que toma mayor relevancia al ser el artista el sujeto protagonista del día a día.

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Los artistas falleros están cansados de pedir a las administraciones valencianas, sean del signo político que sean, cumplir con las promesas que se les hacen, sobre todo en periodo electoral. Nadie pone en duda las buenas intenciones de estos políticos que encandilan al personal con ilusionantes soluciones. Pero claro, después vienen los problemas y aparecen las frustaciones. Proyectos que contemplan más o menos soluciones para el enclave artesano me consta que los hay, pero duermen el sueño de los justos en los cajones. ¿Por qué? Lo más socorrido es decir que no hay presupuesto.

Sin embargo, existen temas en los que los presupuestos no juegan, por ejemplo, que se regule la actividad en las naves del polígono para que no se convierta en otra cosa que no sea el deseo de la Marquesa de Paterna del Campo, quien cedió los terrenos para los artistas falleros. ¿Solución? Una salida sería negar la licencia de apertura de una nave si no es para una industria artesana y no como pasa desde hace tiempo, que existen naves ocupadas por industrias distintas a la artesanía fallera. El colmo de esta ocupación -ya lo destaque en otras ocasiones- es la existencia de naves convertidas, por ejemplo, en templos de culto religioso, en la «Ciudad del Artista Fallero». No tiene sentido.

La fuga de artistas a otros polígonos cercanos ha ido en aumento exponencial. Unas veces porque las vetustas naves se quedan pequeñas y obsoletas para sus trabajos, sin olvidarnos de que muchos de ellos dan un paso atrás, abandonan la falla y se dedican a otras especialidades sin tanta presión y más rentables. ¿Qué sucederá en próximos años? Pues todo pinta a que irá a peor.

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