Volver a empezar

El nuevo ejercicio fallero, que en un abrir y cerrar de ojos se iniciará, nos llega cargado de incertidumbres a nivel global. A ello hay que unir la situación económica y laboral de la profesión de artista fallero, la siempre complicada financiación de las comisiones y las trabas con las que se encuentra el fallero en el desarrollo de su labor festiva. Sin embargo, las comisiones continuarán apostando por la fiesta, como siempre hacen, sorteando todo tipo de obstáculos. Esa es su grandeza.

Todos los años, las comisiones paladean el sabor de los premios a las fallas, dulce o amargo, según casos, y todos los años los falleros juzgan a los jurados con mayor o menor vehemencia y visceralidad. Este año, como no podía ser de otra forma y para variar, con el lógico respeto a las decisiones tomadas, personalmente veo ciertos veredictos que no comparto. Está claro que cada criterio es personal e intransferible, pero la evaluación de conceptos que han seguido a veces se hace complicada de entender viendo el resultado. En este sentido, reitero una vez más mi antigua propuesta: los jurados que adquieren tal responsabilidad, deben dar la cara y argumentar sus decisiones.