El querido y sufrido lector habrá oído sin duda mil veces aquello de «me suena bien la música, pero me gustaría oír la letra». Pues ... bien, eso es lo que nos pasa en materia impositiva a gran parte de la ciudadanía de la Comunidad Valenciana que apostamos el pasado 28 de mayo por el cambio en el Gobierno de la Generalitat.
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No puede negarse que la insoportable carga fiscal por la que decidió apostar en sus dos legislaturas el gobierno del Botànic, ha pesado y mucho en la intención de voto de los valencianos. Visto el resultado de las urnas, de nada les sirvieron a los antiguos inquilinos del Palau de la Generalitat, la rectificación, casi en el tiempo de descuento, de la tan controvertida limitación de la reducción de empresa familiar en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (ISD) a solo empresas de reducida dimensión; o la nueva subida de impuestos retroactiva en 2023, enmascarada en una tibia reducción del tramo autonómico de I.R.P.F. para rentas bajas en 2022. Porque lo cierto es que la Comunidad Valenciana tiene el honor de ser la segunda autonomía de España, solo por detrás de Extremadura, con la mayor presión fiscal para sus residentes. Tanto es así, que el denostado Impuesto Temporal a la Solidaridad de las Grandes Fortunas (ITSGF) ni nos afecta, dado que la tarifa de ese otro impuesto que desgraciadamente es 'tipical Spanish', el de Patrimonio, es tan alta en esta nuestra Comunidad que supera con creces el de la nueva figura impositiva.
Obrado el cambio, hora cabría esperar que este se tornase en una reforma fiscal integral a nivel autonómico. El acuerdo programático de gobierno alcanzado por el PP y Vox contiene entre sus 50 puntos notas que, de interpretarse, convertirían la melodía en una pieza sublime, solo a la altura de nuestra querida 'El Fallero' o del Himno de la Comunidad.
El punto 9 contempla la eliminación del ISD, así como la del Impuesto sobre el Patrimonio. Sorprendentemente, ya se hecho en parte. El pasado viernes 21 de julio, el ya presidente Mazón comparecía ante los medios para anunciar, con carácter retroactivo a 28 de mayo, la modificación de la ley 13/1997 de la Generalitat para introducir una bonificación del 99% de la cuota del ISD en las transmisiones 'mortis causa' e 'inter vivos' que se realicen entre padres e hijos, y viceversa, y entre cónyuges. Ante dicha medida uno no puede más que congratularse por varios motivos. El primero es por asistir con incredulidad a que un político adopte medidas prometidas en su programa, y más tratándose de una medida de rebaja impositiva. Y el segundo porque significa el acogimiento de una reivindicación altamente reclamada y constituye un rayo de sensatez en las políticas tributarias.
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«Este es el camino», como diría el personaje de la serie de Star Wars 'The Mandalorian', aunque aún queda mucho por recorrer. Las prisas no son buenas consejeras, y si bien se aplaude y agradece el gesto, quizás habría que haber madurado un poco más la medida que 'a priori' parece un poco improvisada y que pudiese quedarse demasiado corta.
Se echa de menos que no se aborde la bonificación de otros supuestos, como los de tercer grado de parentesco por consanguineidad o afinidad, o que nada se diga de la bonificación del Impuesto sobre el Patrimonio, aunque uno sospeche que, puesto que el devengo de este es a 31 de diciembre, aún hay tiempo.
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Cabe recordar que la bonificación de ISD y Patrimonio es esencial para la empresa familiar (91% de nuestro tejido empresarial). Por lo tanto, entiendo que tanto el nuevo President como la flamante Consellera de Hacienda, Ruth Merino, son plenamente conscientes de que cualquier cosa que no sea la bonificación de ambos impuestos al 99% o al 100% será entendida como un incumplimiento programático grave.
Urge ponerse manos a lo obra con lo previsto en el punto 10 del acuerdo en relación con la reducción drástica del IRPF en todos sus tramos, especialmente a los salarios medios y bajos. La tasa autonómica del IRPF en la Comunidad Valenciana llega a límites cercanos a la confiscatoriedad, de modo que espero que esta medida se lleve a cabo sin demagogias: reducción a todo tipo de rentas, altas, medias y bajas. Mirémonos en el espejo de Madrid y Andalucía: las bajadas de IRPF han supuesto incrementos de recaudación relevantes y atraen inversiones.
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No dudo de la valentía del nuevo ejecutivo para llevar a cabo estas medidas, y quiero creer que esto es solo el comienzo, porque no podemos esperar mucho mientras se afinan los instrumentos. La orquesta debe empezar a interpretar la partitura cuanto antes, porque el público está ansioso de escucharla y hay que pagar la remodelación del auditorio. Suenan notas para que esta maravillosa tierra haga lo que siempre ha sabido hacer y lo que los valencianos llevamos en nuestro ADN. Es tiempo, como dice nuestro precioso himno, de «ofrendar nuevas glorias a España».
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