La política no es el mejor lugar para hacer amigos. Podríamos rellenar doce artículos como este recordando casos de traiciones en el seno de partidos de toda índole. Recordemos, por mero divertimento, algunos de los más singulares. A Casado, de un día para otro, le ... dieron de lado todos los miembros de una formación política de la que supuestamente él era líder. El vídeo de las cremas que salió a la luz con Cristina Cifuentes en un supermercado fue filtrado por personas allegadas a ella que no deseaban que continuase como presidenta de la Comunidad de Madrid. Pedro Sánchez vio cómo los que lo habían encumbrado se aliaban para apearlo de su trono y para defenestrarlo. Una vez resucitó, el mismo Sánchez se rodeó de personas de su entera confianza. De aquellos, ya no queda ninguno en puesto de poder cerca de él. Han sido sacrificados. Errejón y Pablo Iglesias eran amigos de la universidad inseparables hasta que la decisión sobre el rumbo que debía de tomar Podemos los separó. Yolanda Díaz y Pablo Iglesias eran amigos hasta que ella decidió que no iba a seguir directrices impuestas por nadie. Pablo Iglesias tenía amistades en todas partes, hasta que la política acabó con ellas.

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Son apenas unos cuantos ejemplos reales que ahora me vienen a la cabeza sobre las consecuencias de formar parte de estas esferas de poder que impiden cultivar relaciones o que directamente las vicia.

La política fagocita y tiende manos que no siempre resultan aliadas. Estamos ya en periodo electoral (¿hemos dejado de estarlo?). El panorama actual es bastante diferente al que encontramos hace cuatro años. Entonces había, al menos, cuatro fuerzas políticas con posibilidades reales de representación. Dos de ellas entraban dentro de eso que llamamos nueva política, que llega a estos comicios herida de muerte. Y tiene que ver con las 'amistades' cultivadas en este tiempo.

La política fagocita y tiende manos que no siempre resultan aliadas

Ciudadanos se alió con el Partido Popular, lo que permitió a este último gobernar en algunas ciudades y comunidades en la legislatura que ahora termina. Fue una 'amistad' por interés, que ha sentado mal al partido naranja, ahora al borde la desaparición. El PP ha preferido realizar una OPA hostil para evitar negociaciones posteriores, para no tener que seguir cultivando amistades.

En el caso de Podemos su 'amistad' natural fue con el PSOE y tampoco ha salido de ella con buena salud. En este periodo de tiempo ha perdido a su líder y se encuentra con una división interna que ha desembocado en unas nuevas siglas, Sumar, que todavía no se sabe a dónde conducirán.

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De aquellas amistades pasadas apenas quedan unas fotos, que serían complicadas de reproducir en las circunstancias y términos actuales. Los buenos amigos sacan lo mejor de uno mismo. La política, no.

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