La banda sonora de nuestro país el miércoles por la mañana la estaban poniendo Andy y Lucas, los de «son de amores, amores que engañan, amores que agobian». El popular dúo musical había anunciado la noche anterior en el programa de Pablo Motos que se ... separaba por prescripción médica, para cuidar una salud que precisa ahora un descanso. Dicen adiós a veinte años de carrera y dejan huérfanos musicalmente hablando a media España, incluso a los que todavía les cuesta distinguir quién es Andy y quién es Lucas.
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Andábamos en esas cuando llegó Feijóo al Congreso de los Diputados a cambiar el disco y pinchar involuntariamente un tema de Ismael Serrano. Seguramente no entraba en los planes del presidente del Partido Popular mencionar -en su réplica a Sánchez- al cantautor, pero no tuvo más remedio que hacerlo después de que confundiese un verso de Machado con una frase que el cantante había usado durante la grabación de un concierto.
Quizá fue él, o tal vez algún asesor despistado, el que creyó encontrar la oportunidad de arrear al candidato a la investidura con un juego de palabras que, sin embargo, no salió tan bien como esperaban. Se notó que el líder de la oposición no sabía bien lo que cantaba. Ni en el primer intento ni en el segundo, cuando para salir del paso por la metedura de pata aseguró que prefería otra estrofa de Serrano: «qué bonita, qué divertida es conmigo la convivencia». Me extraña que Feijóo supiese que esa frase pertenece en realidad a un tema que es una oda al onanismo, al placer proporcionado por uno mismo. O tal vez sí, y pensó que de perdidos al río, vete tú a saber. «Me dedico un arrechucho, sexo seguro, sin riesgos, sin contemplaciones, dudo que nada me satisfaga mejor que un servidor, menudo soy para el amor», dice jocosa esa canción. Puestos a elegir yo me habría quedado con otros títulos emblemáticos de Serrano, como «Papá cuéntame otra vez» o «El camino de regreso».
Aunque puestos a elegir de verdad yo habría preferido que Feijóo hubiese reconocido su error y hubiese pasado a otra cosa en lugar de tratar de ser ingenioso a toda costa. Porque no era el día, no era el lugar. Un debate de investidura debería aprovecharse para exponer, para debatir, para contrastar programas. Pero no vimos mucho de eso en el Congreso por parte de los principales partidos, más preocupados por atizarse.
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Vivimos en tiempos de memes, de frases facilonas, de ocurrencias que luego se vuelven virales y de los políticos que se pelean por un minuto de gloria. De citas buscadas en google y de frases hechas extendidas por las redes sociales. Y a veces eso se les vuelve en contra, como ayer a Feijóo, que va a tener por delante cuatro años en los que debería preocuparse más por hacer una oposición férrea y responsable y menos por parecer ocurrente.
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