Urgente La Lotería Nacional del sábado deja el primer premio en un popular municipio valenciano y otras cinco localidades

El cine español es de todos, no solo de unos pocos. El éxito de nuestras películas nos repercute, más allá del orgullo patrio que cada ... cual gestiona como quiere. Que una cinta local consiga triunfar fuera genera marca y actúa como estupendo escaparate para nuestros profesionales. Sin olvidar que las buenas recaudaciones de algunos títulos contribuyen, como otras industrias, a mejorar el PIB nacional.

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Me alegro de que ciertos sectores compartan estas impresiones este año. Lo interpreto después de leer en redes sociales al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, felicitar a los productores de 'La infiltrada' por obtener el máximo galardón de la Academia. Lo elegante habría sido, no obstante, extender también la felicitación a los promotores de 'El 47', teniendo en cuenta que el galardón en esta ocasión fue 'ex aequo'.

Esto me lleva a pensar que las razones del dirigente del PP para mentar la película de Arantxa Echevarria no fueron estrictamente cinematográficas. Ocurrió algo en la gala de los Goya del sábado pasado. La productora de 'La infiltrada', María Luisa Gutiérrez, ofreció un contundente discurso, que ha sido muy comentado posteriormente con diferentes interpretaciones. Se posicionó a favor de la libertad de expresión, recordó que la industria necesita proyectos independientes y más taquilleros, y homenajeó a las víctimas de terrorismo y a las fuerzas de seguridad que lucharon contra ETA. No detecto nada discutible en este alegato, ni tampoco en su denuncia sobre la situación que atraviesa la agricultura. De hecho el auditorio interrumpió con aplausos en varias ocasiones.

Aplaudamos 'La infiltrada'. Y a Albert Serra. Y a Almodóvar. Y a Juan Diego Botto

Por alguna razón que no acierto a comprender algunos representantes políticos hicieron suyo este testimonio y lo llevaron a un territorio bélico, apuntando a todos los lados, entre otros a los propios miembros de la Academia. ¿Por qué habría de molestarles esas palabras? ¿Qué señales de disgusto ofrecieron? Como digo, Gutiérrez paró varias veces por los aplausos. Y sobra recordar que fueron esos mismos académicos los que le votaron para que subiera a recoger la estatuilla. Pero, ¿a quién le importa la realidad si se puede usar de munición política?

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No está de más recordar, por cierto, que ninguna de las reivindicaciones de Gutiérrez eran nuevas. Siendo presidente Borau condenó a ETA en 1998, cuando la banda todavía estaba en activo. No fue el único que mostró las manos blancas en aquella edición. Y la libertad de expresión se ha reclamado otras veces, como cuando en 2004 la película de Medem, 'La pelota vasca', causó polémica.

Ojalá las películas nos ayudasen a lograr consensos y a encontrar espacios comunes. Y que los políticos evitasen contaminar cualquier ámbito. Y que todos alaben 'La infiltrada'. Y a Albert Serra. Y a Almodóvar. Y a Juan Diego Botto. Así y solo así conseguiremos un cine diverso que nos represente a todos.

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