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Desde que soy padre pienso mucho en el entorno social y familiar de mi hijo, en lo que le rodea, en lo que influirá en su futuro y determinará su personalidad. No voy a negar que me agobia reconocer la trascendencia de lo que sucede ... en estos primeros años, la importancia de acompañarlo para que se sienta seguro de ser quien es, o la idoneidad de las decisiones que estoy tomando por él.

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Lucas, el papá de Lola, una amiga del colegio de mi hijo, me resumió hace unos días mi preocupación con una frase: «influye más en nuestras vidas el código postal que el código genético».

Aclaro: sí, ya soy uno de esos padres que se relaciona con otros padres del colegio de su hijo e incluso queda con ellos para comer con tal de que los más pequeños se diviertan. Ya estoy ahí, qué le vamos a hacer. Suerte que al menos en estos encuentros surgen conversaciones interesantes.

Es lógico llegar a la conclusión de que la zona en la que resides influye en la expectativa de vida

Prosigo. La cita de Lucas, junto con varios autores recomendados, me empuja a leer y escuchar más sobre el asunto. Últimamente los libros que más me llaman la atención tienen que ver con la infancia, con los núcleos familiares y sociales y con los roles en la paternidad. Y de ahí no me sacan. También escucho podcast al respecto. Sobre todo uno. Volveré a eso más adelante.

Es lógico llegar a la conclusión de que la zona en la que uno reside influye en la expectativa y calidad de vida, porque el tipo de vivienda en la que se crece revela la posición social y las posibilidades, porque el barrio en el que se nace trae consigo (o no) ciertos privilegios. No, no he necesitado ser padre para ser consciente de todo esto. Ya lo barruntaba antes.

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Lo que pasa es que ahora me fijo con mayor detenimiento, con más responsabilidad, en pequeños detalles (que tienen que ver con los hábitos, con las reacciones ante determinados comportamientos, con las dinámicas escolares...) para que mi hijo crezca lo más feliz posible. Esto no es exigencia máxima. No quiero ganarme el título de padre del año. Cometeré errores, no lo dudo. Ya procuraré después que me los perdone.

Pero si en mi mano está quiero contribuir a que mi hijo sufra lo menos posible. Quizá me han influido las historias que he escuchado en 'Dile que baje', el estupendo podcast de Quique Peinado -me refería antes a él-. Acuden diversos invitados para charlar sobre los entornos en los que crecieron, las calles o plazas en las que jugaron, la relación con sus padres o con sus compañeros de pupitre. Y lo hacen en un espacio amable y seguro en el que pueden reflexionar sobre la relevancia que ha tenido en sus trayectorias vitales y profesionales el lugar en el que se criaron. Me he emocionado varias veces. Son entrevistas muy evocadoras porque te obligan a viajar a tu pasado, a reconocerte en ciertos situaciones. Y te anima a no cometer errores que a ti mismo te han pasado factura. Ahora lo sabes.

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