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Existen dos tipos de personas, las que hace un par de semanas nada más levantarse vieron la portada de la revista ¡Hola! y se enteraron de que Ana Obregón iba a ser madre y los que pasaron el día ajenos a este giro inesperado en ... la vida de la presentadora. Los que a lo largo de la semana escucharon toda clase de hipótesis sobre esta sorprendente maternidad y los que lograron permanecer ajenos a cualquier tipo de rumor y apenas sabían que la niña había sido concebida por gestación subrogada. Los que en la madrugada del pasado martes se estaban pasando por whatsapp la nueva portada del ¡Hola! en la que se confirmaba que en realidad era la abuela de la criatura y los que todavía hoy no se han enterado de este nuevo dato. Y ni falta que les hace.
Porque esta gente existe, los que apenas consultan las webs de información general una vez al día, los que conectan con la actualidad mientras hacen la cena con el Telediario en la televisión de fondo, los que no revisan constantemente las redes sociales o incluso los que no tienen cuenta de instagram o twitter y mucho menos de TikTok, los que no ven ni escuchan tertulias a no ser que se las encuentren por casualidad, los que nunca reciben alertas en su móvil, los que no están suscritos a ninguna newsletter por muy de moda que estén. Existen, claro que existen. Y no necesariamente pertenecen a un grupo determinado de edad o de clase social. Quien crea lo contrario acumula prejuicios. Yo mismo me he sorprendido cuando he preguntado a amigos y familiares sobre un tema y no saben de lo que hablo. Pero si ha sucedido esta mañana, he respondido sorprendido. Y me he encontrado con la cara de estupefacción del que me escucha porque apenas han transcurrido unas horas y consideran que no es necesario estar enterado al minuto de todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Y tienen razón.
Yo desde luego no pertenezco a este grupo. No me sale, ni me dejan. El pasado lunes, por ejemplo, aguanté hasta casi el final del día sin ver lo último de 'Succession'. Había sido festivo y me había dedicado a otros quehaceres, que me habían alejado durante unas horas de internet. Hay vida más allá de la red. Cuando volví a conectarme acumulaba varios whatsapps en los que me preguntaban si había visto ya el episodio. Me sentí fuera de lugar al no poder formar parte de la conversación y presionado por si cuando abriese alguna aplicación me fuese a saltar algún espoiler sobre lo que pasaba con los Roy. Así que no tuve más remedio que dejar todo lo que tenía entre manos y ver el capítulo que había subido a su plataforma HBO Max.
Sé que se puede vivir de otro modo, pero que no cuenten conmigo. Soy preso de esa inmediatez, de esa obligación de estar al día en determinadas cuestiones, de la necesidad de estar sobreinformado. Así me quedo.
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