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No creo que todas las imágenes valgan más que mil palabras. Habrá de todo. Algunas no llegarán ni a las doscientas y otras cuentan una novela entera. La fotografía de esta semana (de momento) es la de la mesa en la que se acordó el ... futuro gobierno de la Comunitat Valenciana. Las portadas de todo tipo de diarios digitales y de papel la han reproducido hasta la saciedad y le han concedido gran notoriedad. Su trascendencia va más allá de una simple negociación y simboliza un nuevo tiempo político en nuestra región y en todo el país. Ha sido el primero de los pactos a la derecha que se tendrán que hacer en España para los próximos cuatro años.

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Es posible que los integrantes de la reunión no fuesen conscientes de la relevancia que se le concedería más tarde al encuentro. O tal vez sí. Si no alguien debería haberlo previsto. Alguien tendría que haber pensado lo que esa imagen iba a contar, el relato y los mensajes que se deslizarían con la instantánea, lo que daría de sí lo retratado por una cámara en las cortes valencianas.

La fotografía está tomada en un habitáculo angosto, nada acogedor. Ya se había comentado en días anteriores porque este no es el primer encuentro que se celebra allí con idéntico propósito. Antes que los de Vox habían pasado representantes del PSPV y de Compromís para escuchar los planes de gobierno del PP. Con estos últimos, como era previsible, no hubo acuerdo. Esas citas permitieron descubrir que el espacio elegido para estos intercambios de ideas era increíblemente pequeño y obligaba a los participantes a un contacto más que estrecho.

Pero no ha sido eso lo que ha llamado la atención de la imagen definitiva, la que ha acaparado el interés informativo porque marca un cambio de rumbo tras ocho años. Lo llamativo ha sido la ausencia de mujeres en esta reunión. Ni PP ni Vox contó con ninguna en sus equipos para sentarse en la mesa de negociación en la que imaginamos que se sentarían las bases del próximo gobierno en la Comunidad. ¿Fue intencionado? Estoy casi seguro de que no. Ambos partidos cuentan en sus listas con representantes femeninas y algunas ostentan puestos de poder. ¿Es significativo? Espero que no, pero no deja en buen lugar a ninguna de las dos formaciones. Los seis hombres hacinados alrededor de esa mesa ofrecen una estampa nada diversa, poco heterogénea, y que retrotrae a épocas muy pasadas y superadas en que las principales decisiones recaían en unos pocos seres privilegiados.

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Nadie se percató previamente de esa lectura, pero tendrían que haberlo hecho, para que no se trasladara a la ciudadanía una imagen caduca y poco representativa. Eso, si somos bien pensados y creemos que se trató simplemente de un error de cálculo. Porque si se nos pasa por la cabeza que fue algo deliberado nos esperan por delante tiempos aciagos.

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