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Mira, pero la llevo a los centros comerciales que le gustan mucho y tiene una cocina grande, que también la disfruta«. La afirmación la hacía, sin ápice de pudor, un hombre en un programa de la tele de los 80, después de que su mujer ... explicase que no viajaba a México a visitar unos familiares porque a su marido le daban miedo los aviones. Lo decía orgulloso de sí mismo y convencido de lo generoso que era con ella. El vídeo suele colarse todavía hoy en algunos zappings. Cuando lo vemos somos conscientes de lo mucho que hemos evolucionado y de lo terrible que sería retroceder en ciertos aspectos.
Luego asistimos a sesiones como la vivida en el Congreso estos últimos días a propósito de la moción de censura y es imposible no alarmarse ante según qué discursos. He tenido que mirar varias veces el calendario para comprobar la fecha en la que estamos mientras atendía a los parlamentarios. Abascal, por ejemplo, me trasladó directamente a la España de Alfredo Landa, cuando dijo que en su casa manda su mujer, que es un eufemismo que suelen utilizar los hombres que no hacen nada en casa y lo camuflan otorgando todo el poder en el ámbito doméstico a sus parejas. Seguro que la mujer de Abascal también tiene una cocina grande y es probable que disfrute mucho en los centros comerciales. Por suerte no se refirió a ella como la parienta, ni como la jefa. Pero cerca anduvo.
Deberíamos haber avanzado lo suficiente como para comprender que en las relaciones sentimentales no hay alguien que manda y otro que obedece y que referirse a una convivencia en los mismos términos que a una estancia en una academia militar aterra bastante. El lenguaje es muy importante porque suele retratar y desenmascarar a casi todas las personas. Por la boca muere el pez.
Y así han muerto varios ponentes esta semana en la Cámara de los Diputados. El paripé al que hemos asistido no solo era innecesario sino que contribuye, aún más, a empeorar la imagen de los políticos. ¿A quién beneficiaba plantear una alternativa de Gobierno sin ningún sustento y con una posibilidad de candidato que resultaba grotesca? A quienes necesitaban sus minutos de gloria. En este caso a Vox, que precisaba salir de la sombra con una pirueta que no ha ido a ninguna parte.
Nadie estaba allí pensando en el ciudadano. La preocupación general era lanzar mensajes e intentar asentarlos entre la audiencia, aprovechando la esperpéntica convocatoria.
Y en ese circo se han colado perlas (ahí estaba Tamames reivindicando a Isabel la Católica como primera feminista) que es posible que en un futuro se incluyan en un zapping. Y, con suerte, los que lo vean se asustarán y se felicitarán por pertenecer a otra época. Siempre y cuando no vayamos para atrás y no normalicemos algunos discursos y sentencias anacrónicas.
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