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Apenas piso las sucursales bancarias. Y me alegro, porque cada vez que acudo a una de ellas salgo de mal humor. Y no por el tiempo que pierdo en ellas, ni siquiera por algunas comisiones que descubro que me están cobrando por cuestiones absurdas. Lo ... que me cabrea de verdad es lo que observo a mi alrededor cuando paso un rato allí. Lo injustas que me parecen las situaciones que se repiten en estos lugares que viven de nuestros ahorros. No olvidemos esto último.
Recordemos que las ventanillas han desaparecido en prácticamente todas las cajas y bancos. Son artilugios dignos de anticuario, por lo visto. La mayoría han optado por variar su fisonomía y convertir las oficinas en una especie de modernas cafeterías a las que nadie entra a tomar café, con sofás aparentemente cómodos en los que nadie quiere sentarse por gusto.
Cualquiera pensaría que estas modificaciones se han hecho para que los clientes se sientan más cómodos y estén mejor atendidos, pero no, la realidad se empeña en desmentir esta cuestión. Lo habitual es que la mayoría de estos espacios se encuentren vacíos y que a los usuarios les toque aguardar de pie y en fila como buenamente pueden. Entre ellos hay muchas personas mayores que solicitan ayuda para cuestiones básicas que necesitan realizar y que cuando les mandan a los cajeros a resolverlas se llevan las manos a la cabeza. Porque los cajeros no despejan dudas, porque los cajeros no llaman a la calma, porque los cajeros se bloquean si alguien no sabe cómo manejarlos. Y esto exaspera y frustra. Sobre todo cuando lo que está en juego es el dinero que guarda cada uno o mantener servicios del día a día que hay que pagar.
Todo puede ser peor. El ayuntamiento de Otos lamentaba esta semana la pérdida del servicio bancario con el que cuentan los vecinos de esta localidad. Hasta allí no llegan las oficinas molonas con cojines de colores y cafés de cápsula. Allí se han de conformar, con suerte, con un cajero de los que no consuelan ni admiten preguntas. Pero menos es nada, se dicen. Al parecer los responsables del banco han anunciado que lo retirarán porque no les sale rentable mantenerlo. En su lugar proponen una unidad móvil que de vez en cuando pasa por allí. Todo facilidades.
En tiempos de globalización, de nubes donde todo se aloja, de comunicaciones online se nos olvida lo más importante, las funciones elementales para las que fueron creadas algunas entidades. La de los bancos debería ser ayudar, sobre todo los más necesitados, a los que encuentran en ellos una tabla de salvación.
Todo esto irrita mucho más cuando además leemos que hay compañías del sector que han pulverizado su récord anual de beneficios en 2023. Y lo celebran retribuyendo grandes cantidades a sus accionistas. Ya podrían destinar algunos de esos euros a recuperar las ventanillas, que quien nos iba a decir que las íbamos a echar de menos.
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