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No tenía intención de leer 'El odio', la novela de Luisgé Martín sobre José Bretón. Aun así no entiendo que finalmente Anagrama haya descartado su ... publicación. Es más me parece preocupante. Anagrama anunció ayer que no daba marcha atrás a su decisión de hace unas semanas de suspender la publicación de la última obra del escritor. La postura la tomaba tras la denuncia de Ruth Ortiz, expareja de Bretón y madre de los niños asesinados, y después de que el Ministerio Público pidiese la paralización de su venta. El libro llegó a las librerías el 26 de marzo, pero un día después la editorial suspendió la distribución.
La demanda fue rechazada por el juez, porque consideró que restringía la libertad de expresión. Eso no hizo que Anagrama cambiase de opinión. Y ayer lo ratificó con un comunicado en el que anunciaba la finalización de la relación contractual con el autor, así como la renuncia de todos los derechos de la obra original.
En su justificación argumentaba que «en una sociedad democrática debe existir un equilibrio entre la libertad creativa como derecho fundamental y otros principios morales» y que las obras que se inspiran en hechos reales «requieren de una dosis doble de respeto y sensibilidad». Nada que objetar sobre esto. Pero, ¿nadie pensó en todo eso antes de seguir adelante con el proyecto? ¿Se tuvieran en cuenta estas premisas cuando se aceptó la propuesta de Luisgé Martín e incluso se envió a imprenta el manuscrito? Porque lo que parece, más bien, es que sacan a relucir el argumentario una vez comprobado el revuelo que ha originado la novela. Y por el temor de que se haya incentivado un boicot a aquellos espacios donde se pudiese comprar la obra.
Esa es la mala noticia. La reflexión, el debate, la contraposición de pareceres son siempre bienvenidos. Pero la censura, o cualquier modalidad que se le parezca, no. Ya he comentado que no me interesaba este título en cuestión. No me suelo recrear en los sucesos ni en las obras que giran en torno a ellos, sean películas, series o libros. Aunque uno de los que más me ha gustado e impactado en los últimos años, 'La ciudad de los vivos', de Nicola Lagioia, se basase precisamente en la historia real de un homicidio que conmocionó Italia. Siempre hay excepciones.
No entraré aquí a valorar las razones que movieron a Martín a interesarse por Bretón, ni las motivaciones que este tuvo al hablar con el escritor. Comprendo que haya muchas personas que se manifestasen en contra de ambos. Pero llamar al boicot es un escenario bien distinto. Se puede y se debe discrepar, prohibir es otra cosa.
Si ponemos trabas y límites a la libertad de expresión se nos puede volver en contra y rebotarnos con consecuencias que lamentaremos. Este es un precedente lamentable. Nuestra sociedad ha de ser lo suficientemente madura como para rechazar libros o películas por su propia voluntad y no por imposición.
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