Yo también he caído en la tentación de decirlo, incluso lo he argumentado buscando una equidistancia mal entendida. Yo también he discutido por este tema al haber tratado de mirar hacia todos los lados por igual. Yo también lo he predicado sin cerciorarme de las ... consecuencias de una afirmación así. Entono el mea culpa.

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No es justo afirmar que todos los políticos son iguales y, sobre todo, lo considero tremendamente irresponsable. Es algo que se repite a menudo. Sobre todo en circunstancias catastróficas como la que hemos vivido. No es para menos. La gravedad de los hechos y la desolación que han producido incitan a buscar un culpable. Es lógico que se apunte a los responsables públicos. Sus modos de actuar tampoco contribuyen a disuadir dudas. La inacción de unos y el desarraigo de otros ha despertado la ira entre los afectados y la estupefacción entre los que asisten con distancia a la gestión tras la riada. El impulso natural es responsabilizar a toda la clase política sin distinciones y recelar de su capacidad para resolver situaciones como esta o para estar al frente de nuestras administraciones.

No es justo ni sano generalizar, aunque se observen errores e incompetencias en partidos de distintas ideologías. Que la actuación a un lado y a otro haya sido cuestionable no quiere decir que no haya un equipo más responsable que otro. Que lo hay, al menos yo lo pienso. Y que el comportamiento en una formación no haya sido el adecuado no quiere decir que dentro de ella no quepan otros profesionales que sean válidos.

Es lógico apuntar a los responsables públicos por la gestión de la dana pero generalizar no nos beneficia

En este artículo no daré nombres ni apuntaré hacia ningún lado. No lo hago para no deslegitimar la idea principal. Porque si lo hago me acusarán de ser partidista o de buscar un argumento para excusar a uno o señalar a otros. Mi intención es defender a la clase política, sea del color que sea, y prevenir de los peligros de dejar de creer en ella. Si los políticos no valen, ¿cuál es la alternativa?

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El nombramiento de Gan Pampols como vicepresidente de la Generalitat Valenciana puede extender esta idea y contribuir a la desafección. El hecho de que se pusiese en valor que fuese un militar el que iba a liderar la reconstrucción en nuestra región y que en sus primeras declaraciones asegurase que no iba a aceptar directrices políticas puede conducir a conclusiones que a largo plazo no beneficiarán a nadie, vote a quien vote, sea de una cuerda u otra.

Nos jugamos mucho con lo que decimos y con la imagen colectiva que trasladamos. La política atraviesa tiempos lamentables por el nivel de algunas intervenciones y por los espectáculos que vemos en sedes oficiales. Quienes forman parte de ese mundo deberán reflexionar sobre ello. Pero no solo ellos, también nosotros. Conviene no caer en populismos ni en aserciones fáciles. Porque eso es posible que nos lleve a épocas pasadas nada halagüeñas.

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