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Reconstrucción va camino de convertirse en la palabra clave para 2025. Ya lo está siendo en este final de año en que no dejamos de escucharla y leerla en todos los lados, a veces a modo de comodín o de eslogan. Y eso no es ... especialmente bueno. Se utiliza para tapar malas gestiones, para llenar discursos e incluso para dar nombre a una vicepresidencia de la que sabemos poco más que quién está al frente.
Nos acercamos a las fiestas navideñas y decenas de municipios valencianos continúan con la vida interrumpida, después de que la dana les arrasase el pasado 29 de octubre. Ha habido avances en estas semanas -en unos lugares más que en otros- pero casi todos siguen lejos de recuperar la normalidad, de restablecer la vida que llevaban antes de esa fecha fatídica.
A todos ellos se les ha prometido una reconstrucción que no termina de llegar. No es sencillo, teniendo en cuenta la magnitud de la tragedia. Queda mucho por hacer, porque el agua se llevó por delante casas, carreteras, servicios, puentes, vías, coches y un sin fin de elementos que todavía no se han reemplazado. O al menos no en su plenitud.
Ayudaría y generaría mayor confianza si se explicase mejor en qué va a consistir la cacareada reconstrucción, qué plazos se barajan, cuáles son los planes sociales y económicos para las zonas afectadas y si se van a tomar medidas efectivas para que una situación así no se pueda volver a repetir y para que las personas cuyos hogares están próximos a un barranco puedan dormir tranquilas.
La reconstrucción que necesitan todas esas localidades es física, por supuesto, pero quedan por delante otras reconstrucciones pendientes. Habrá que rehacer una sociedad rota, indignada por la gestión de esta catástrofe y por la falta de respuestas ante unas cuantas dudas que permanecen en el aire. Para reparar algunas cuestiones es necesario reconocerlas, ponerles nombre y apellido, y eso implica asumir errores y competencias de determinadas decisiones u ausencia de ellas.
El pasado 15 de noviembre el presidente Mazón dijo en Les Corts: «No voy a eludir responsabilidad. Hacemos autocrítica: hubo cosas que no se hicieron bien». El próximo domingo se cumplirá un mes de aquella intervención y seguimos sin conocer cuáles son esas cosas que no se hicieron bien. El jefe del Consell cesó a dos de sus conselleras, pero nunca explicó los motivos, no indicó que dejaron de hacer o qué se hizo incorrectamente para que se prescindiese de ellas. Si se verbaliza sus sucesores podrán establecer protocolos distintos y será posible iniciar, continuar o completar la reconstrucción.
Porque esta ha de ir más allá de la emergencia, debe abarcar todos los espacios, todos los espectros, todas las líneas temporales, todos los supuestos. Y todos los nombres. Si hubo cosas que no se hicieron bien que se diga cuáles.
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