He perdido la cuenta de cuántas veces hemos votado ya a favor o en contra de Pedro Sánchez. A las propias elecciones generales, en las que se decide quién ocupa la Moncloa, se unen el resto de comicios. Lo mismo da si son municipales, autonómicos ... o europeos. Todos se plantean en clave general, sometiendo a votación la labor del presidente. El PP repite este planteamiento desde hace años. No importa si los ciudadanos están convocados a las urnas para decidir la formación de su ayuntamiento o de su gobierno regional, si se vota en Galicia, País Vasco o Cataluña, o si lo que se elige repercute en las políticas locales o de otros ámbitos. Sánchez siempre está en la diana. Se escoge la papeleta según la valoración que merezca el líder del PSOE, sin considerar el efecto real de los resultados.

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El PP hace tiempo que apuesta todo contra Sánchez. Su discurso no varía esté en Bruselas, Madrid o Alpedrete. Bueno, en Alpedrete van contra todo, hasta contra el sentido común.

Todos los males derivan del mismo lado. Si en una ciudad cierran muchos negocios tradicionales la culpa es de Sánchez. Si en un municipio las carreteras presentan mal estado la culpa es de Sánchez. Si el aceite tiene un precio inalcanzable la culpa es de Sánchez. Si la delincuencia aumenta también Sánchez tiene la culpa.

Da igual si los comicios son municipales o europeos los debates son siempre nacionales

Al propio presidente el plebiscito continuo no le molesta. Como buen narcisista sentirse observado y examinado le agrada. El PSOE hace tiempo que se rindió a la evidencia. Y no pelea por cambiarla. Para bien o para mal Sánchez es su mejor apuesta. Y también traslada cuestiones nacionales a territorios distintos, relacionando decisiones del Gobierno central con debates de origen diferente. De este modo si el PSOE saca un resultado pésimo en Galicia la interpretación del PP es que los españoles están hartos del presidente. Y si gana en Cataluña es que el presidente se ha vuelto independentista. El partido socialista no encuentra problema para entrar en el juego. Y su discurso es que gracias a Sánchez salvan los muebles (es un decir) en Galicia y que por él vencen en Cataluña.

Lo malo de esta situación es que la política local desaparece por completo y los que se dedican a ella también. Terminan devorados por debates que les trascienden. Los mítines, encuentros y promesas se dedican a cuestiones poco próximas y las importantes se quedan sin resolver.

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Algunos dirigentes se encuentran a gusto con esta deriva, como Isabel Díaz Ayuso, más empeñada en hablar de amnistía o de fútbol que de los problemas de los madrileños y que tienen que ver con las administraciones en las que su partido manda. Se aplica lo de a río revuelto ganancia de pescadores. El fin de semana pasado Sánchez se sometió a votación. El 9 de junio vuelve a pasar revista. Quizá haya alguna convocatoria más este año. No lo descartemos.

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