Secciones
Servicios
Destacamos
Estudié en una universidad privada. Nadie me regaló ningún título. Estudié cada uno de los exámenes a los que me presenté y fui aprobándolos a ... mi ritmo, con mayor o menor fortuna. Me saqué el título a los cinco años de carrera -que era el número de cursos que había entonces en Periodismo- y nunca he notado diferencia de conocimientos ni de procedimientos con compañeros que habían estado en la pública. De hecho el trasvase de profesores entre un centro y otro era bastante habitual.
No puede venir nadie a decirme que he conseguido mi título a base de dinero ni fabular sobre el modo en que me licencié. Ni yo ni ninguno de mis compañeros de promoción. Los que estuvimos allí conseguimos acabar el camino a base de esfuerzo y constancia. No todos, algunos abandonaron antes de acabar, bien porque descubrieron que su vocación les llevaba por otros derroteros, bien porque no conseguían superar los controles (que hay que reconocer no eran demasiado complejos). A estos últimos no hubo dinero que les extendiese un título, por mucha universidad privada que fuese.
Conviene no generalizar. En casi nada, pero sobre todo si estás en un cargo público y lo que dices va a tener una trascendencia importante e incumbe a un grupo numeroso de personas. Generalizar es el deporte favorito de nuestros políticos. Y lo hacen sobre todo para lograr titulares facilones que les haga aparecer en medios y tittoks.
Lo hizo hace unos días la vicepresidenta Montero, empeñada en conseguir visibilidad a cualquier costa y más desde que es candidata a presidenta de Andalucía. Anda metida en campaña perpetua y eso le hace meter la pata con facilidad pasmosa. «No podemos permitir que alguien se compre el título», dijo en referencia a los que cursan en centros no públicos. «La universidad privada es la principal amenaza que tiene la clase trabajadora», soltó en una frase, que si la escucharon trabajadores solo les quedaría reírse pensando en amenazas como la falta de viviendas o los trabajos precarios, que seguro les preocupan más.
¿Hay algo de razón detrás de las palabras de la ministra? Posiblemente, pero esta tendencia a pintar todos los discursos con brocha gorda provoca que las intenciones se equivoquen y los mensajes se confundan. Se debe examinar la proliferación de escuelas de estudios superiores, que con capital privado se han abierto en contra incluso del juicio de expertos, y la forma en que en algunas de ellas despachan licenciados a golpe de talonario. Pero lo que se haga en unos casos no ha de ensombrecer el trabajo de otras. La apuesta por la enseñanza pública no pasa por estar en contra de nadie. Esa pelea ha de afrontarse de un modo más ambicioso y buscando un convenio colectivo. Algo que ya no está de moda.
La futura ley de universidades no puede regirse por un calentón, merece la pena meditarla bien.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.