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No se puede tener la razón siempre (pese a que a veces nos cueste aceptarlo). No es posible conseguir todo. No deberíamos intentar llevar a nuestro terreno cualquier asunto, buscando una relación aunque sea diminuta. No es preciso ser protagonista de todas las historias, conviene ... reservarse de vez en cuando un papel secundario o incluso de figurante. Sienta bien.
Estamos en una situación de guerra real, no hay motivo para plantear más batallas sin fundamento. Al conflicto en Ucrania y Rusia se une el de Israel. No somos ajenos a ellos, sabemos además que repercuten en nuestro modo de vida, que sufriremos consecuencias pase lo que pase en estos lugares. Los ataques traspasan fronteras en todos los sentidos. Lo mínimo que debería pedirse es responsabilidad.
Me asombra la falta de límites, que no haya líneas rojas imposibles de cruzar, que todo pueda convertirse en arma arrojadiza. También la guerra. No somos capaces de buscar una postura común. Se nos está olvidando alcanzar acuerdos. Una situación como la que está viviendo Gaza, donde uno de cada tres muertos es un niño según denuncia Save the Children, merece una respuesta unánime y rotunda. Las ideologías nos hacen diversos pero no necesariamente nos convierten en enemigos. Se pueden salvar con el fin de buscar una solución o para lograr transmitir un mensaje claro. Luego vendrán los matices, las diferencias, las aclaraciones. Pero primero, en este caso, la condene rotunda.
No está sucediendo en España. Aunque parezca increíble también este tema se ha metido en el saco de la investidura. De esa que se está haciendo tanto de rogar. Lo usan unos y otros y no les supone ningún problema hacerlo. Algunos pretenden ponerlo en la mesa de negociaciones de cara a cerrar un futuro gobierno. Mezclan churras con merinas. Otros lo utilizan para atacar al candidato que más opciones tiene ahora de continuar en la Moncloa. Cualquier excusa es buena para tratar de torpedear un acuerdo.
No hay nada que no se tergiverse o se manosee tratando de sacarle un rédito. Y ahora en nuestro país todas las cartas se juegan en torno a esa investidura. Unos para salvarla a toda costa. Otros para tumbarla sin el menor miramiento. No hay recurso que se desdeñe. Ni noticia o suceso que no conduzca al mismo sitio. Lo mismo da que sean los ataques terroristas de Hamás que la muerte del joven Álvaro Prieto. Todo es susceptible de ser interpretado dice el manual del nuevo político. No pasa factura.
No se miden las palabras. De balcanización de España ha hablado Feijóo y más tarde le ha tocado salir a matizar. Porque es importante controlar el léxico y no tender a la exageración ni a la comparación extrema porque eso solo nos acredita. No todo vale. Ni hay nada que pueda valer todo.
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