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La belle Valence

Pudiera ser que lo fuimos, y nunca nos lo acabamos de creer

MIQUEL NADAL

Jueves, 9 de enero 2025, 23:22

La ciudad es siempre consuelo, y como siempre pasa con los grandes amores, nunca caduca el amor, sino que cambia la mirada. Por eso mismo ... puede, y es solo una hipótesis, que hayamos vivido mucho tiempo en el engaño. Cierto complejo de inferioridad nos hizo vivir en la percepción de la fealdad, cuando lo que había era belleza. Me permitirá el lector la nota erudita. Un 26 de enero de 1935, hace ahora casi un siglo, se celebró el discurso de ingreso en el Centre de Cultura Valenciana de Francesc Almela i Vives, con una conferencia, 'Novel.les franco-valencianes', después publicada, que fue contestada por el colaborador de LAS PROVINCIAS Vicente Calvo Acacio. En la publicación se da cuenta de una serie de obras francesas sobre la ciudad de Valencia. En otro momento cabría dar detalles más extensos, y así lo haré. Pero lo cierto es que entre 1923 y 1933, la ciudad fue objeto de la atención de un grupo de novelistas franceses, quiero pensar que como espacio exótico. Esa belle Valence, con la que los vendedores callejeros vendían las naranjas en París, y que aparecen en la obra de Marcel Proust. Supongo que en algo contribuiría el éxito del 'Valencia' de Padilla, cantado por la Mistinguett en el Moulin Rouge. O la fama de Blasco Ibáñez, y su influencia en los hispanistas franceses. De las novelas, en primer lugar, de 1923, es 'La belle Valence', una novela de ciencia-ficción con una máquina del tiempo encontrada por unos soldados durante la primera guerra mundial en Port-sur-Seille, en la Lorena, y queriendo viajar a 1920, por ver si ha acabado la guerra, y se encuentran trasportados, con cañones y todo, a las puertas de la ciudad en el siglo XIV. Una novela de anticipación. De 1928, tenemos 'Valencia', en la editorial Grasset, del hispanista Adolphe Falgairolle. De Marcelle Vioux, en ediciones Arthème Fayard, en 1933, 'La nuit en flammes', publicada por partes en La Petite Illustration. De 1932 es la novela 'Valencianos', de Jean Bertrand, con una escena tórrida en la Alameda. Otro libro, también de 1933, es 'Rodríguez. Roman espagnol', de M. Th. (¿Marie Thèrese?) Magnan. La coincidencia no puede ser casual. Mi propósito para el 2025 no es otro que regatear las finanzas domésticas, y hacerme con un espacio en mi biblioteca con todas las novelas y el opúsculo de Almela para comprobar y recrear si existió ese espacio de belleza en la Valencia de la primera parte del siglo XX. Puede que solo sea una hipótesis, pero pudiera ser que lo fuimos, y nunca nos lo acabamos de creer.

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