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Bretón

La maldad cansa, es inútil y no conduce a nada

Jueves, 27 de marzo 2025, 23:54

No hay nada más ameno que un trayecto previsible. Todas las mañanas paso junto a la calle Bretón de Herreros. La placa reza así, y ... se les pasó que fuera Bretón de los Herreros. Era extraño por eso que no me pronunciara sobre el caso del libro sobre el criminal Bretón. Debo a un regalo de mi amigo Jambrina formar parte de un grupo impagable de WhatsApp en el que no se felicitan los cumpleaños sino que se debate sobre el valor literario de la maldad y muchas otras cosas. Una rara avis. En el caso del libro de Luisgé Martín, 'El odio', que no he leído, y más allá de las peripecias judiciales, me molesta que vuelva camuflada la cancelación y la censura sobre la temática. Siendo que la maldad existe, ni que decir tiene que se puede hacer literatura, y hay numerosos precedentes, desde Truman Capote a Emmanuel Carrère, como para comprender que para determinados lectores, y escritores, hay una extraña fascinación en esa clase de personajes. En el caso de 'El adversario' de Carrère, que leí porque era uno de los libros de lectura escolar de mis hijos en el Liceo Francés, me resultó pesado, y aburrido. La maldad cansa. Comprendo que parezca extraño confesarlo, pero prefiero la belleza. Sería capaz de evocar las complejas relaciones sentimentales entre una empleada del Monoprix del Boulevard Saint Michel, y un estudiante que estuviera enredado en una tesis sobre Paul Ricoeur en una habitación de la rue Saint Jacques, pero creo que no me saldrían ni dos párrafos sobre alguien que se limitara a pensar en acuchillar, trocear o quemar restos de un semejante, y mucho menos de sus hijos. No solo cansa la maldad, sino que también es inútil, y no conduce a nada. Más vale recrear las vidas que uno podría haber vivido, que dar voz a la vida de quien se desempeña en quitar la vida. Puestos a la elección del tema literario, y no sabiendo de la calidad del texto, el debate retrata con nitidez la hipocresía y el simulacro de nuestra época. No hay otro género audiovisual que el crimen que concite tanta audiencia, en películas y series, y sin embargo nos arrancamos los cabellos, y derramamos lágrimas de la franquicia de la empatía, por el hecho de la publicación de este texto. Los mismo tertulianos que puede que hablar horas y horas sobre las investigaciones, el juicio, y los detalles macabros del desempeño de Bretón, dedican el mismo tiempo, y lo facturan, pronunciando juicios con frivolidad, sobre la responsabilidad de la literatura. Ya nos enseñó Arendt en el caso Eichmann, sobre la banalidad del mal, pero le faltó decir, y a todos los demás insistir, que lo realmente difícil y complejo, y para lo que nunca falta tiempo es para la belleza, y para esa historia de amor que todavía no está escrita.

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