Borrar

La ciudad del azar

El consuelo lo procura la ciudad auténtica, la que es hogar y sirve para la vida

MIQUEL NADAL

Jueves, 16 de enero 2025, 23:13

Es verdad que la preocupación por las ciudades no es singular con la nuestra. Todas están en lo mismo. El otro día escribía que la ... ciudad siempre es consuelo. Y me equivoqué. No debía haber sido tajante. El consuelo lo procura la ciudad auténtica, la que es hogar y sirve para la vida. La ciudad que se exhibe sin filtros, sin relatos, y está repleta de rincones que descubrir. Una ciudad con vida, con comercio, que procure bienestar a sus habitantes, sin necesidad de que otros lo confirmen. Pero ya no existen ciudades así. La ciudad, la mayor parte de las veces es ahora pesadilla, o un sueño amargo con retos. Los restaurantes, las plazas, los jardines, los edificios, los bares con ensaladillas que tienes que descubrir. Los museos que no te puedes perder. Un sueño competitivo que consiste en ser mejor que otro, en tener una confirmación ajena. Por eso es tan incómoda la deriva de todas las ciudades. En su exilio en París, a principios del siglo XIX, Blasco Ibáñez vivió cerca de la Sorbona, en la rue des Écoles. También en un Hotel enfrente del Panteón, en el que vivía Paul Valéry, mientras estudiaba Medicina. Blasco pasó un frío horroroso. Un día hicieron una procesión llevando en andas un busto de una Marianne, por la rue des Écoles. Una vez paseando por allí, en la esquina de la rue des Carmes, la que baja del Panteón, cenamos allí en un restaurant al azar: La Pétite Périgourdine. Cenamos un boeuf aligot. Era un domingo. Un anochecer extraño en Paris. En una de las paredes había un estantería repleta de servilletas, cada una en un estante. El camarero nos explicó que eran las de los clientes habituales. De aquel viaje no tengo fotos de ese momento, y parece que no existió. El otro día en Instagram, el bistró aparecía remodelado por dentro, y un influencer lo situaba como uno de los mejores locales para probar el 'aligot' en París. Ahora se reserva con una aplicación, y el local ya no es el mismo de mis recuerdos. Recuerdo que estuve sin pensar, en un recorrido espontáneo, dentro de la Iglesia de Saint-Étienne-du-Mont, la iglesia que tiene los restos de Santa Genoveva, patrona de París, y las tumbas de Blaise Pascal y Jean Racine. Poca broma. Estuve, pero no hay constancia, y ahora mismo cualquiera de nuestros viajes son los viajes que ya hemos hecho y preparado, que retratamos en una cámara, hasta con la fotografía de los platos. No hay sorpresa ni azar, y esa disposición a la sorpresa se convierte en un defecto.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias La ciudad del azar