No es por dar la razón a Pablo Salazar, en su doble condición de amigo, o de jefe de Ppinión, pero he de decir que ... esa idea que expuso ante la alcaldesa de que hubiera una concejalía encargada de los detalles no debería caer en saco roto. Cuando tantas cosas se califican como grandes, y todo es grande y colosal, y los proyectos reclaman únicamente la grandeza, se agradece esa mirada humilde. De la suma de las menudencias puede surgir la coherencia y la grandeza. Eso que decía Borges, y que utilicé en un libro para reivindicar la memoria: «Las cosas se duplican en Tlön; propenden asimismo a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la gente. Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo han salvado las ruinas de un anfiteatro». En algún papel que escribí hace años, mantenía la necesidad de un departamento de ornato, una concejalía que se preocupara de la belleza de la ciudad. Sería sensacional, y me postulo, una covachuela de pocos metros, y escaso presupuesto, que se encargara de esas gestiones. Una idea y otra, los detalles y el ornato, podrían converger en una iniciativa sensata, aunque no soy optimista. Interesa y tiene futuro la estadística gruesa, el desequilibrio en la mirada, lo que es idéntico a lo de todas las ciudades, lo que no proporciona sorpresa. Si uno se pone a recopilar detalles, los vestigios en el río de las vallas del Stadium del Gimnástico, una placa en el Convento de la Puridad, una curva, una señal antigua, cierta fachada de la calle del conde de Montornés, esa insistencia parece que solo afecte a cierto género de ciudadano, que es el detallista, afectado por el síndrome de Diógenes pero enfermo a gran escala. Pero aún así no somos conscientes de la importancia de los detalles. Generamos grandes polémicas sobre el proyecto urbanístico de las plazas, aun sabiendo que en Valencia no sabemos hacer plazas. Un modelo y otro contrario de ciudad parecían disputarse sobre la plaza de la Reina y la Plaza del Ayuntamiento. Deben existir millones de páginas de proyectos y trabajos fin de grado, concursos de ideas, proyectos urbanísticos sobre lo verde, sobre la coherencia histórica, y hasta el impacto de género de la Plaza de la Reina. Sobre lo que fue y lo que dejó de ser. Tanta pelea y debate que acreditaba la grave preocupación sobre el modelo de la ciudad y ahora la tienes en manos de mascotas gigantes, con ácaros que serán de tamaño exagerado, abrazando niños, pidiendo ayuda, y colonizando la plaza: el oso, el gorila, Pikachu y Mario Bros. Y de postre el torero, con play back de Manolo Escabar. Como para no reclamar que se atiendan los detalles, y alguna porción de belleza.
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