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A los ríos y a los barrancos los define su carácter, el adjetivo que permite su clasificación. No hay dos iguales, y no hay que ... confiar en su primera imagen, confiada y pacífica. Siempre tuve alguna evocación estéril sobre la ciudad y su carácter fluvial. Y en ese marco, estando en París, en cada visita, desarrollaba una nostalgia infinita sobre los puentes y las crecidas, el lento discurrir de las aguas del Sena, y esas pequeñas placas que señalan la altura a la que llegó el río en la inundación de 1910. La madre de las inundaciones. Esa que retratan las fotografías y las primeras imágenes en blanco y negro, con pasarelas por las calles. Como la nuestra de 1957. No obstante, una inundación no es una riada. Las nuestras son violentas, letales. La inundación del Sena es lenta, serena y se espera en sus consecuencias y su desaparición. Las colinas también protegen la ciudad. Son días y días de medición del caudal. La prohibición de la navegación y la circulación por los paseos laterales. De hecho, si uno entra en la página web del ayuntamiento de París, hay toda una previsión lenta y serena de lo que corresponde hacer en caso de inundación. Comprobar si uno vive en un barrio inundable. Si uno vive en el Marais, o en según qué muelles o bulevares, sabe hasta dónde llegará el agua. La lentitud permite prepararse. Comprobar si el seguro cubre el riesgo de inundación. Evitar que se acumule en el sótano material, muebles y objetos de valor. Verificar que puedes subir hacia lo alto el material que está en el subsuelo. Preparar un kit de seguridad (agua, alimentos, ropa de abrigo, material de primeros auxilios, una radio de pilas o los papeles personales). La lentitud alcanza a los preparativos para cuando llegue, e incluso a marcharse de la región parisina, hasta nuevo aviso. Durante la inundación hay que cortar el gas y la electricidad, no utilizar equipos eléctricos como ascensores o puertas automáticas, ni desplazarse a pie ni en coche. Son varias páginas con una descripción atenta ante ese suceso sereno, que alcanza también lo que supone de qué manera se palían los efectos de la inundación, con la acción de los afluentes, la laminación y la acción de los grandes lagos del Sena, la vigilancia permanente, y tantas otras cosas. Me señalarán, como siempre, por esa filia francesa, aunque es exclusiva sobre París. Como en otros aspectos, la nostalgia que siento no solo es cultural, es nostalgia fluvial, de versos de Apollinaire.
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