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Comment te dire adieu». Hay una foto preciosa, tremenda, evocadora, que debería acompañar esta columna. La publicó el martes Víctor López Heras en X. Françoise ... Hardy y Sylvie Vartan en la calle Xàtiva, ante la Plaza de Toros, junto a un guardia urbano, de esos que regulaban el tráfico, con casco blanco y bigote de alférez provisional. La foto es de Jean Marie Périer, el fotógrafo de las estrellas, el de Paris Match. Françoise Hardy, con abrigo y guantes negros, lleva una cámara de fotos, y fija la vista en dirección a San Agustín. Esa fotos de la Valencia de 1964 me transporta a lo que debió de ser su mirada sobre nuestra ciudad. Deben de estar en algún álbum de fotos, o en una caja perdida en su casa del Boulevard Suchet, junto al Bois de Boulogne y el Trocadero. Si tuviera tiempo me dedicaría a buscar las fotos de Périer en Paris Match, con esa insistencia en el detalle que hace protagonista a la ciudad. La publicación afirma que las dos actuaron en los paradores falleros de 1964, pero no me consta. Hay una novela para evocar esas fallas y esa ciudad. Se ha muerto Françoise Hardy, y con ello una parte de esa banda sonora, aún en blanco y negro de la década de los 60 del pasado siglo. En el Parador El Tro actuaron Raimon, Sylvie Vartan, Marisol y Gilbert Bécaud. Y de fallera mayor de la plaza del Mercado y reina del Parador, la Duquesa de Alba. El parador del So Nelo se incendió, aunque no hubo víctimas. Fue en ese momento en el que Francia estaba tan próxima, y de allí llegaba parte de la modernidad, el oxígeno de la democracia, el cambio de las costumbres. Como sucede a veces, ciertas señales vienen de Francia. Del resultado de las elecciones europeas me golpea ese mapa del Hexágono, todo en azul, salvo Paris, con rotundidad, sin matices. Pero no me sorprende. Marlène Schiappa, feminista, ex ministra de Macron, planteaba un análisis muy certero. Les resumo. Cuando se abandona el debate y las ideas, cuando todo se convierte en extrema derecha, cuando se nos hace creer que aumentar la tasa de natalidad, boicotear a los representantes electos, o plantarse ante el islamismo es de extrema derecha, todo acaba siendo de extrema derecha. «Cuando nos desentendemos de la democracia con el pretexto de un cordón sanitario que lleva 30 años fracasando, no nos sorprendamos de que la gente vote a RN». Puede que sea bien cierto. Los problemas que no se resuelven, siempre vuelven. Las decisiones que no se toman reaparecen. Ya hace muchos años retrató el fenómeno Michel Houellebecq en su novela 'Sumisión', que entonces parecía una exagerada distopía, y hoy es un relato visionario de cómo, desde la Sorbona, el islamismo, junto con cierta izquierda, acaba alcanzando el poder. Les recomiendo la novela.
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