
Una coz en la nuca
Son necesarios muchos valientes y menos obtusos adeptos a Putin
juan bas
Domingo, 2 de octubre 2022, 00:04
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juan bas
Domingo, 2 de octubre 2022, 00:04
Con un frío que me helaba las manos a pesar de los guantes, en mi segunda visita a Moscú fui a la Plaza Roja con ... Fernando Marías. Pretendíamos ver la momia de Lenin, ya que la primera vez no pude por clausura de la cripta debida a labores de mantenimiento del cuerpo embalsamado. Esta vez ni momia ni plaza. Los accesos a la Plaza Roja estaban cortados con vallas custodiadas por 'sonrientes' policías. ¿Por qué la habían cerrado?, quién sabe. Nos acercamos a la valla principal a preguntar si más tarde se podría entrar a una policía de corta alzada pero volumen rotundo y cara de muy mala leche. Nos dirigimos a ella porque los demás maderos de esa entrada eran aún más malcarados y grandes como osos. Le hicimos la sencilla pregunta en inglés; no sé si nos entendió; nosotros sí entendimos bien el breve ladrido a volumen desaforado que nos dio y la perentoria señal con la mano de que nos largáramos de inmediato.
La Policía moscovita era así: borde y fiera (como parte de la población, por otra lado; el ladrido es moneda corriente cuando te diriges a alguien, incluidos camareros). Te acojonan ya nada más llegar, en el control del aeropuerto. Por todo ello, qué valientes son los jóvenes y no jóvenes que ya no solo en Moscú, sino en ciudades de toda Rusia, salen a la calle para protestar contra la movilización forzosa para ir a la guerra en Ucrania y se enfrentan a la represión de esa brutal Policía. Hay una imagen, que se vio en noticiarios, que sintetiza esa violenta brutalidad. Un chico con gafas está inmovilizado en el suelo por dos de esos gorilas uniformados. Un tercero se acerca por detrás y porque sí, por mera crueldad, le atiza con la botaza un patadón en la nuca, que duele verlo, y que hace que las gafas salgan disparadas de su cara con una evidente expresión de dolor. Supongo que esa coz fue la salutación preliminar a llevárselo detenido.
No sé si en el breve plazo que media entre la escritura de esta columna y su publicación las protestas aumentarán y la manera de reprimirlas será todavía más expeditiva. Espero que sí a lo primero y no a lo segundo. Cabe la débil esperanza de que una rebelión generalizada tambalee al tirano; pero hacen falta muchos valientes y menos obtusos adeptos a Putin. Otra escena lacerante era la de familiares desesperados intentando evitar que subieran a un autobús a un montón de hombres para llevarlos al acuartelamiento previo al frente de guerra. El miércoles se han intentado cerrar las fronteras de la inmensa Rusia para evitar la huida de los hombres en edad militar; no les bastará con una línea de vallas, como en la Plaza Roja.
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