El pinchazo de los principales sindicatos del país en las manifestaciones del 1 de mayo debería hacerles reflexionar sobre la escasa repercusión y sintonía que ... son capaces de sostener con una sociedad que, en la actualidad, vive una de sus peores crisis económicas. La lógica indica precisamente lo contrario: con la que tenemos encima -salarios contenidos, precios disparados e hipotecas subiendo sin freno- debería haber cola a las puertas de las centrales sindicales de CC OO y la UGT en todas las ciudades de España. Pero la realidad es exactamente la contraria. Quiénes deberían representar a los trabajadores están ahora más desconectados que nunca de la dura realidad que se impone a diario para la mayoría social del país: autónomos, empresas pequeñas de pocos trabajadores o jovenes que tratan de arrancar y que se enfrentan a demasiados impuestos, trabas administrativas y muy pocos incentivos reales. Y con las familias ahogadas. Millones de españoles que se levantan todos los días a trabajar y que son transparentes para la amplia gama de ayudas sociales que el gobierno está desplegando para determinados colectivos, aún más si cabe, cara a las próximas elecciones.
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A los sindicatos les vendría, francamente bien, hacer examen de conciencia, una profunda revisión de la misión que tienen como organización y que hoy se resume para la opinión pública en que son meros instrumentos al servicio de los políticos. Unos de Sumar-Podemos (CC OO) y los otros (UGT) del PSOE. Es lamentablemente la verdad. Y así, sin quererlo, llevamos demasiado tiempo conviviendo con una especie de bipartidismo sindical apoltronado como les sucedía antes al PP y al PSOE en clave política. Y claro, como en casi todo, cuando mezclas además la clave política, el resultado es el incomprensible espectáculo con el que ahora convivimos donde, en función de quién gobierne y ante una idéntica situación, la respuesta de los sindicatos es una u otra. El nivel de movilización y cabreo sindical de la sanidad pública es exponencialmente superior en la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso -a la que no van a dejar vivir- que en cualquier otra comunidad autónoma con iguales circunstancias pero con presidentes socialistas.
Los sindicatos, si quieren sobrevivir, deberían intentar reinventarse, creo yo, refundar sus valores, alejarse de los intereses políticos de los partidos, recuperar su independencia y no ser meros organizadores de una marcha para ministros como sucedió el pasado 1 de mayo. Es importante que encuentren la manera de volver a resintonizar con la calle de forma más clara y sean de verdad defensores del sentir popular. Será la única forma de continuar existiendo como fuerzas relevantes -y muy necesarias- en defensa de los intereses de los trabajadores. ¿No les parece?
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